Ciudad de México. El ensayista y poeta Adolfo Castañón, ganador del Premio Nacional de Artes y Literatura 2020 en el campo de lingüística y literatura, sostiene que existe gran efervescencia en la cultura editorial: “Nunca se había escrito, ni se había leído en México tanto como ahora”, por ello es muy importante el trabajo de los críticos literarios, quienes “tenemos enorme responsabilidad al abrir la boca y al cerrarla”.
En entrevista con La Jornada, el escritor menciona que en este momento “cada actor en el mundo editorial contemporáneo tiene que hacer un examen de conciencia”, desde las grandes editoriales y hasta las pequeñas e independientes. Las guías de esa revisión son los lectores, quienes “van a calificar y evaluar por dónde va la cosa”.
Castañón (CDMX, 1952), quien se describe como “obrero de la palabra y del trabajo editorial”, dice que la obtención del Premio Nacional “es un impacto, un hito y un momento de pausa y de reflexión, que implica una visión retrospectiva sobre qué he estado haciendo; una visión introspectiva en torno a qué significa para mí y una visión prospectiva referente a qué responsabilidades implica tener esta investidura”.
En la primera parte, asume que tiene “que trabajar con las cosas que he hecho y tengo que recapitular. Tengo una serie de ensayos sobre Alfonso Reyes, una de temas de artes plásticas y otra de ensayos nuevos sobre literatura hispanoamericana”.
Hacia el futuro, destaca la creación de los “libros abrelatas” que permitan acceder a la obra de grandes autores, como el de su autoría: Alfonso Reyes en una nuez. “Son muy importantes estos instrumentos, que son los índices, y también un poco organizar la memoria de nuestra cultura, que es muy rica, y también la hispanoamericana; una cultura que hay que salvar”.
“Rescatar no es republicar”
Adolfo Castañón explica que el rescate no sólo significa republicar libros que ahora son inaccesibles, sino poner notas y cuidarlos, como “Sala de retratos, de Ermilo Abreu Gómez, que rescaté para la editorial Bonilla. Como ese, hay otros textos importantes de crítica, ensayo, de poesía, de novela, de los cuales habría que hacerse cargo”.
Añade entre los autores por rescatar a Emilio Uranga y Oswaldo Díaz Ruanova; así como a Rosario Castellanos, “cuya dimensión real no conocemos verdaderamente, porque no está publicada su correspondencia, su obra crítica está dispersa, sus novelas no tienen la dignidad de ediciones comentadas.
“Hay que hacer una gran reinvención de la memoria editorial mexicana, que poco a poco vamos haciendo. No hay que olvidar que también hay literaturas de raíz indígena, que fueron escritas posterior a la Conquista y que después siguieron escribiéndose. Ahí está el gran ejemplo de los textos que tienen que ver con el mito guadalupano. Estoy muy contento y orgulloso y aliviado de haber publicado El arte de Guadalupe, donde recojo textos y cantos, que no estaban en un canon”.
El también ganador del Premio Xavier Villaurrutia 2008 destaca que “la cultura mexicana es enormemente rica. Eso lo supo ver muy bien Miguel León-Portilla, y que necesita unos primeros auxilios editoriales para rescatar su memoria”.
Castañón recuerda que nació entre libros y conoció autores que eran amigos de su papá. Sin embargo, su encuentro con Alfonso Reyes se lo debe al escritor Carlos Monsiváis, lo cual le permitió escribir Alfonso Reyes: caballero de la voz errante, índice consolidado de las obras completas de Reyes y una antología de escritos del regiomontano.
Se dijo comprometido con Reyes y Octavio Paz “de manera muy capilar, no nada más casual. Aparte he tenido ocasión de formarme con otros maestros, como José Luis Martínez, Jaime García Terrés, Carlos Monsiváis y Huberto Batis. Y en el extranjero tuve la fortuna de encontrarme con George Steiner.
“Después están unos maestros que yo diría secretos que son los correctores, los revisores, las personas que están en el ámbito de la edición. Debo regresar al hecho de que la Academia Mexicana de la Lengua ha sido la promotora de mi candidatura para el Premio Nacional. En esa institución hay compañeros editores, amigos, como Felipe Garrido y Gonzalo Celorio, y estuvo nuestro admirado Miguel León-Portilla.”