La producción de vacunas no es instantánea ni por magia. Se trata de un proceso en el que se cuida cada etapa, desde el cultivo de la proteína del virus o su inactivación, hasta los viales de vidrio en que se conservará, afirmó Gilberto Castañeda Hernández, experto en farmacología e investigador del Centro de Investigación y de Estudios Avanzados (Cinvestav), por lo que fabricarlas “lleva su tiempo, además de que se necesitan miles de millones para la población del planeta”.
En entrevista, destacó que al tratarse de una sustancia inyectable, “los controles de calidad son sumamente estrictos, al grado de que debe cuidarse el riesgo de contaminación por alguna bacteria que pudiera flotar en el aire, pues se deben fabricar en condiciones de hiperesterilidad”.
Señaló que la obtención de una vacuna contra el Covid-19 fue rápida “porque no se partió de cero, el conocimiento de coronavirus como el SARS (Síndrome Respiratorio Agudo Grave), detectado en China en 2002, y el MERS (Síndrome Respiratorio de Oriente Medio), identificado por primera vez en Arabia Saudita en 2012, fue esencial, al igual que la técnica para obtener el RNA mensajero, lo que permitió que en unas semanas se tuviera la plataforma tecnológica para obtener la vacuna”.
El virus que produce la enfermedad Covid-19 “es muy parecido al SARS, por lo que contamos con experiencia en este tipo de coronavirus malos, pues tanto el SARS como el MERS causaron mortalidad hasta de 39 por ciento de los enfermos, y cuando llegó este nuevo coronavirus ya teníamos la plataforma de conocimientos para despegar”.
Otro de los factores que influyeron para acelerar la obtención de una vacuna es la bioinformática. “Las cosas ya no se hacen como en el pasado. Los espacios donde se fabrican las vacunas se parecen más a una fábrica de cerveza, en la que se observan grandes tanques donde se está produciendo proteína del virus. Se ubican en áreas con aire hiperfiltrado y con presión positiva, es decir, que el aire que está dentro tiene más presión que el de afuera, por lo cual sólo puede salir, pero nunca entrar”.
Castañeda Hernández, especialista en la fabricación y calidad de medicamentos, destacó que las instalaciones donde se elaboran las vacunas “son muy caras, por toda su tecnología, en particular donde se producen los fármacos inyectables”.
En dichos espacios, indicó, todo el personal “usa escafandras de protección y se mantienen controles muy estrictos para el ingreso, ya que se colocan varios filtros. Se deben garantizar condiciones muy específicas, además de que prácticamente la totalidad del proceso de producción está robotizado, por lo que no hay un ser humano cerca de las sustancias, pues una de las condiciones esenciales es garantizar la hiperesterilidad”.
Por los altos estándares de calidad, “se debe revisar que todos los insumos, incluyendo los viales, cumplieron con los requisitos, pero también que no llevan ninguna impureza, incluso que no recibieron aire ambiental, pues al ser un biológico inyectable cualquier bacteria puede generar daño al paciente”.