Washington. El presidente Donald Trump minimizó ayer el masivo ciberataque contra las agencias gubernamentales de Estados Unidos y restó importancia a las acusaciones de su equipo y altos funcionarios, entre ellos su secretario de Estado, Mike Pompeo, acerca de la responsabilidad de Rusia.
“El ciberataque es mucho más importante en los medios de noticias falsas que en la realidad. He sido completamente informado y todo está bien, bajo control”, tuiteó el mandatario. Agregó en el mensaje: “Rusia, Rusia, Rusia, es el canto prioritario cuando algo sucede” y sugirió sin evidencias que China “puede” también estar involucrada en el ataque.
En otra acusación infundada sobre un supuesto fraude en los comicios presidenciales del 3 de noviembre, ganadas por el demócrata Joe Biden, Trump aseguró en otro tuit que “también podría haber habido un ataque a nuestras ridículas máquinas de votación durante la elección, la cual ahora es obvio que gané a lo grande”.
Estas declaraciones se producen un día después de que Pompeo dijo que Rusia estaba detrás del devastador ciberataque, que afectó también a otros 200 objetivos en el mundo, incluyendo instituciones y empresas públicas, y según expertos podría tener un impacto de gran alcance y tardar meses en desentrañar.
“Todavía estamos desentrañando exactamente de qué se trata, y estoy seguro de que una parte seguirá siendo secreta”, afirmó el funcionario en entrevista radial con el conductor Mark Levin.
Medios locales apuntan ataques a los departamentos del Tesoro y de Comercio, así como a otras agencias gubernamentales. El viernes, el Departamento de Energía reconoció haberse visto afectado. Las autoridades han recomendado desactivar el programa SolarWinds, que podría haber sido el origen de la ofensiva.
Microsoft afirmó el jueves que notificó a más de 40 clientes afectados por programas malignos, que según los expertos en seguridad permitieron a los atacantes un acceso sin restricciones a sus redes. Alrededor de 80 por ciento de los afectados son de Estados Unidos.
Hasta ayer, Trump había guardado silencio sobre las fallas en la protección de las redes informáticas tanto del gobierno como del sector privado. Rusia argumentó en un comunicado que “no tuvo nada que ver” con el reciente hackeo.
Biden expresó “gran preocupación” por el caso, mientras el senador republicano Mitt Romney culpó a Rusia y criticó lo que llamó un “silencio inexcusable” de la Casa Blanca.
Lo extraordinario de este hackeo es su magnitud: entre marzo y junio 18 mil entidades fueron infectadas con un código malicioso que ingresó mediante un popular software de administración de redes de la empresa SolarWinds, con sede en Austin, Texas.
No está claro qué buscaban los piratas informáticos, pero los expertos aseguran que podría tratarse de secretos nucleares, planos de armas, investigaciones relacionadas con la vacuna contra el Covid-19 e información sobre líderes del gobierno y la industria.
La Agencia de Seguridad Cibernética y de Infraestructura estadunidense dijo el jueves –sin identificar al agresor– que el ataque plantea un “grave riesgo” y que frustrarlo sería “altamente complejo”.
En este contexto, un vocero del Departamento de Estado adelantó ayer a la agencia de noticias Afp que el gobierno saliente de Trump prevé cerrar los dos últimos consulados en Rusia: el de Vladivostok, en el extremo oriente ruso, y suspenderá las actividades de Ekaterinburgo, centro del país.
La decisión se tomó tras consultar con el embajador John Sullivan y forma parte de “los esfuerzos para garantizar el funcionamiento seguro de la misión diplomática de Estados Unidos en la Federación de Rusia”, explicó la fuente.
Según la cadena CNN, el Departamento de Estado envió al Congreso una carta este mes para explicar que la decisión se tomó “como respuesta a los problemas de personal de la misión estadunidense en Rusia, debido a límites de personal impuestos por ese país en 2017”.
Algunos señalan que 10 diplomáticos estadunidenses destinados a estos consulados serían trasladados a la embajada en Moscú, que se convertirá en la única representación de Washington en el país, y 33 empleados locales perderían su trabajo.