Saltillo, Coah., Con una misa sin cuerpo presente, pero con los honores que corresponden a un líder social, Pedro Pantoja Arreola, sacerdote que entregó su vida a la causa de los mineros, obreros y migrantes centroamericanos, fue despedido en la capilla de la Santa Cruz, ubicada en la colonia Landín, de Saltillo.
Los fieles de la Santa Cruz, donde Pantoja oficiaba misa con frecuencia, se organizaron para rendirle honores en la nueva normalidad, sin tumultos, y con mucha tristeza por el fallecimiento del párroco, víctima de Covid-19.
Conocido por sus inseparables botas vaqueras y pantalón de mezclilla, Pantoja, nacido en San Pedro del Gallo, Durango, el 24 de julio de 1944, habría rechazado por lo menos una vez la posibilidad de ascender al grado de obispo y tener bajo su mando una diócesis.
“Ni acepto ni me interesa”, reviró en entrevista, luego de admitir que en algún momento de su trayectoria, el Vaticano lo perfiló como candidato a obispo.
“Lo mío es estar con el pueblo, sin distraerme en cuestiones administrativas, propias de una diócesis; los migrantes me demandan tiempo completo”, le dijo en entrevista al reportero Jesús Castro.
En 1972 se ordenó como sacerdote, dos años después se unió al movimiento huelguista de las empresas Cinsa-Cifunsa, y si bien se convirtió en líder espiritual de los obreros de Saltillo, cuando el movimiento triunfó, la diócesis lo envió como párroco a la iglesia de San José Obrero, en Monclova.
Trabajó en favor de los operarios de la siderúrgica Altos Hornos de México, y lo enviaron a Acuña, en la frontera con Estados Unidos, donde ayudó a migrantes. Luego estuvo en la región carbonífera y finalmente en Saltillo. Fundó la casa del migrante Belén, Frontera con Justicia, desde entonces refugio de miles de centroamericanos.
Los Zetas lo amenazaron
El grupo delictivo Los Zetas lo amenazó de muerte más de una vez, cuando denunció secuestros y extorsiones, violaciones y asesinatos en contra de los migrantes.
En 2009 recibió el Premio Nacional de Derechos Humanos Don Sergio Méndez Arceo y en 2011, el Premio Internacional de Derechos Humanos Lettelier-Molfit.
Era sicólogo por la Universidad Autónoma de Coahuila y maestro en ciencias sociales por la UNAM; asesor de la Universidad Autónoma Chapingo e integrante del consejo consultivo del Instituto Nacional de Migración.