Ciudad de México. Las aglomeraciones y tumultos en las calles del Centro Histórico no terminaron con el regreso al rojo. De nuevo cientos de familias, parejas y grupos de amigos decidieron hacer caso omiso a la recomendación de las autoridades de quedarse en casa.
La gente fue a hacer sus compras de Navidad y juguetes para el Día de Reyes a los comerciantes ambulantes, encontrarse con conocidos, comer desde un elote, frituras y helados hasta pizzas, huaraches, tlayudas, gorditas, tacos, tortas y churros.
La movilidad y el comercio callejero se dio como si no existiera la pandemia, a pesar de que la mayoría de los negocios establecidos permanecieron con las cortinas cerradas o con cartulinas en las que anunciaron servicio de alimentos “sólo para llevar”.
Sobre 20 de Noviembre, la encargada de un local de ropa para mujer dijo que ayer tuvieron autorización de permanecer abiertos, este domingo cerrarán y a partir de mañana lunes abrirán sólo a quien toque la puerta. Establecimientos de ropa para niño también operaron, así como un negocio de textiles en Venustiano Carranza y de trajes en 16 de Septiembre.
Decenas de policías fueron desplegados y con vallas metálicas cerraron el tránsito vehicular y peatonal en tramos cercanos al Zócalo e impidieron el comercio informal en Corregidora, Correo Mayor y Moneda.
Sin embargo, los ambulantes sí se instalaron en la Plaza de la Solidaridad, así como integrantes de colectivos feministas que vendieron sobre avenida Juárez, de Revillagigedo a Luis Moya.
Los artistas urbanos y los botargueros tampoco faltaron; en Venustiano Carranza, Soledad, Jesús María, Emiliano Zapata, Santísima y Circunvalación los vendedores se desgañitaban con el clásico “¡Bara, bara, gente!”, “¡Pregunte sin compromiso”.
En medio del tumulto, se escucha el estornudo de un vendedor y un par de minutos después la tos de alguna persona en medio de la aglomeración en la que no hay lugar para salir.
Un hombre, que dijo ser policía de Querétaro, aseguró que fue por una emergencia: la compra de juguetes para su hijo, mientras una pareja de jóvenes de Iztapalapa mencionaron que lograron llegar a Tepito para adquirir los regalos de Reyes que son tres patines y un juego de pinturas por 2 mil pesos.
Una mujer de San Francisco Tlalnepantla, Xochimilco, acompañada por cinco integrantes de su familia, dijo que fue a recoger unos lentes y a comprar un vestido para revender.
Para los visitantes las vallas metálicas que rodean Bellas Artes y la Alameda Central sirvieron para recargarse mientras se tomaban la selfi, con cubrebocas al cuello, de muñequera o de plano ni lo llevaban. No hubo sana distancia ni lavado de manos.
En el Eje Central familias se sentaron en la banqueta a comer pizza, grupos de amigos aglomerados afuera de las famosas tortas de pierna enchilada o de pastor, y como postre churros de El Moro. En tanto, los comerciantes de la Plaza de la Computación estaban en la calle y ofrecían accesorios de telefonía celular, programas y memorias USB que ya nadie usa, o con las cortinas a medias, según toreando, porque no hubo patrullajes ni operativos de vigilancia.
“Y qué tal el ambulantaje”, reprocha molesta una empresaria; impera la incertidumbre entre los empleados.
Rocío González Alvarado y Josefina Quintero Morales
Con terrazas vacías, mesas y sillas replegadas lucieron ayer los restaurantes capitalinos ante el cierre parcial de sus actividades que obligó el retorno al semáforo epidemiológico en rojo.
En víspera de Navidad y Año Nuevo, como en Semana Santa, volvieron los anuncios “sólo tenemos servicio para llevar”, que se repetía en pizarrones, mantas u hojitas de papel en las entradas de cada establecimiento, cuyos accesos fueron tapados con mesas o cintas.
En Polanco, la Zona Rosa, Roma, Condesa, Coapa y el centro de Coyoacán, donde hace unos días la actividad comercial había comenzado a repuntar, al igual que la pandemia, el bullicio se apagó y era desolador el panorama.
El desánimo priva entre los encargados de los negocios y los trabajadores, cuyo futuro es incierto. En la Zona Rosa varios locales cerraron y otros están por hacerlo, como ocurrirá en una taquería ubicada sobre Génova. “Ya nos dijeron que abrimos hasta el 10 de enero, pero quién sabe, la vez pasada nos dijeron que se cerraba tres meses y se siguieron”, contó un mesero.
A unas cuadras, la dueña de otro se quejó de que a pesar de adoptar todas las medidas sanitarias los hayan vuelto a cerrar. “Y qué tal el ambulantaje allá afuera, sin restricción alguna. No me haga hablar, porque no va a gustar lo que tengo que decir, mejor me apuro a ver cómo entro a las aplicaciones para el servicio a domicilio”.
En la Hipódromo y la Roma el escenario no es distinto. En algunos casos, como sucedió en un restaurante de alitas, se redujo el personal al mínimo. “Esto nos afecta a todos, aquí ya empezamos a hacer descansos obligatorios y nos vamos a ir rolando”, comentó uno de los trabajadores, mientras entregaba los pedidos en una mesita afuera del negocio.
El centro de Coyoacán amaneció acordonado y los restaurantes que se habían extendido a las aceras apilaron muebles; su oferta, sólo comida para llevar, mientras en los jardines la gente deambulaba en busca de sitios abiertos.
Las plazas comerciales bajaron las cortinas y también llegaron clientes que intentaron ingresar. En la zona de Coapa, Galerías no abrió y el bazar Pericoapa también colocó candados; sin embargo, los locatarios sacaron su mercancía y se instalaron sobre Canal de Miramontes y calzada de Hueso sin restricción alguna.
De acuerdo con la disposición, los que no cumplan las restricciones serán suspendidos 15 días. El viernes por la noche se clausuraron nueve negocios en las alcaldías Álvaro Obregón, Benito Juárez y Cuauhtémoc por vender bebidas alcohólicas fuera del horario.