Roma. Venecia celebró ayer la decisión de la Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco, por sus siglas en inglés) de incluir el arte de las perlas de vidrio en su lista de patrimonio inmaterial y manifestó su esperanza de que este nombramiento ayude a los artesanos en crisis por la pandemia.
“Es con gran orgullo que recibimos ese prestigioso reconocimiento”, aseguró a la prensa el alcalde de la ciudad, Luigi Brugnaro, tras conocer la noticia.
El arte de las perlas de vidrio es una de las habilidades de los artesanos de la isla de Murano, donde se fabrica cristal desde hace siglos.
Los antiguos venecianos contribuyeron al desarrollo del vidrio e introdujeron filigranas, hebras de vidrio opaco y blanco dentro del cristal transparente, arte reconocido en el mundo. Las perlas de vidrio veneciano, pequeñas y preciosas joyas de rara belleza, existen en varias y múltiples tipologías.
La elaboración del vidrio, según la técnica llamada “lume” (vidrio fundido por una llama alrededor de una varilla de metal), es una de la más antiguas y permanece inalterada.
En Venecia, la producción de perlas de vidrio está documentada desde el siglo XIV y durante cientos de años ha sido considerado un bien precioso para el intercambio y exportación a África, América e India.
Durante la crisis de Murano, a principios del siglo XIX, después de la caída de la Serenísima República de Venecia, cuando la demanda de objetos de cristal se redujo, la producción de perlas fue la única que continuó floreciendo y expandiéndose, salvando efectivamente a la industria del vidrio veneciano.
La historia de las perlas de vidrio veneciano a menudo ha sido olvidada, ya que sus creadores son en general artesanos desconocidos, al contrario de los maestros del vidrio, autores de esculturas y jarrones en los famosos hornos de Murano.
Las fábricas de vidrio se concentran en la isla de Murano, ya que se les ordenó trasladarse allí en 1291 por los incendios que provocaban en las zonas centrales de la ciudad.