En la esquina de Ermita Iztapalapa y Reforma Aeronáutica, en Iztapalapa, desde la siete de la mañana comienza a formarse la fila para el comedor móvil ubicado junto al hospital Juan Ramón de la Fuente, donde de lunes a viernes se entregan raciones gratis de comida, aunque el servicio empieza hasta al mediodía.
Ricardo Reyes, de 68 años, es el primero en llegar todos los días desde que se quedó sin su trabajo de jardinero en la colonia Polanco. “Me descansaron en marzo y me dijeron regresa en abril, pero sigo esperando. Gracias a este lugar he podido comer todo el año, como llego temprano, pues les ayudo y me entretengo”, comentó.
Junto a él está Víctor Aragón, quien cerró su negocio de venta de artículos publicitarios y se dedica a cuidar a su hermano que sufre de epilepsia. “Mi economía no dio para más, la necesidad me pegó fuerte y aquí estoy todos los días. Les ayudo a repartir los boletos y a bajar la comida, la verdad estoy agradecido porque con la pandemia no encuentra uno nada”, expresó.
María Martínez, encargada del área de comedores móviles de la Secretaría de Inclusión y Bienestar, explicó que aun cuando estos espacios se habilitaron para apoyar a quienes tienen algún paciente en los hospitales, la ayuda se ha extendido a personas en situación de calle, franeleros o vendedores en la vía pública, a los que se han sumado familias de escasos recursos y los desempleados que ha dejado la pandemia.
Aunque el cierre es a las cuatro de la tarde, en cuestión de una hora se reparten 200 raciones diarias, que consisten de arroz, un guisado, dos piezas de pan y agua. “Empezamos con 100 raciones, pero la demanda se ha duplicado porque en esta zona hay muchas carencias y a todas las personas que vienen se les da comida”.
Una es la señora Margarita Avila, de 72 años, quien apenas hace mes y medio decidió formarse en la entrada del camión que ofrece los alimentos. “Pasaba seguido y siempre veía que había mucha gente, hasta que me animé a traer mi tupper. Vengo tres veces por semana, llego a mi casa y me como un taco y me queda para la cena”, comentó.
Aunque la mayoría habla de las bondades, el servicio no está exento de quejas de los asistentes, entre ellos la señora Lucía Morales, que alude privilegios para algunos comensales y desdén para quienes piden más comida.
A unas cuadras, sobre la avenida Las Torres, en la misma colonia Reforma Política, otro comedor, pero este comunitario, con un costo por ración de 11 pesos, está igual de concurrido. Trinidad Valencia, la encargada, contó que al mediodía se acaban las 200 raciones.
La mitad de sus clientes acude todos los días. “Aquí no tenemos restricción en el límite de comidas, hay quienes vienen hasta por 10 raciones para toda la familia”, apuntó, al tiempo que desde una pequeña ventana entrega los alimentos.
En la ciudad permanecen activos 507 comedores, 377 comunitarios y 19 públicos, 20 emergentes y un móvil que proporcionan diariamente 75 mil 393 raciones de comida.