La estrecha y compleja relación histórica y contemporánea presente en la dinámica de la presidencia imperial de Estados Unidos (EU), en la interrelación entre el petróleo, la pandemia y el deterioro climático en curso y de creciente intensificación ocurre en medio de una transición hegemónica y energética que pasa de los combustibles fósiles que calientan al planeta, hacia tecnologías limpias e intermitentes (solar y eólica), una urgente transición signada por riesgos existenciales a la biosfera y a la civilización, de magnitud planetaria. En referencia al clima, ya António Guterres, secretario general de la ONU, la semana pasada, en el quinto aniversario de la firma del Acuerdo de París, de la COP-21 (2015), advirtió ante jefes de Estado y de gobierno que “si no cambiamos de rumbo, nos podríamos dirigir hacia un aumento catastrófico de la temperatura (media) de más de 3 grados Celsius este siglo”. Ante ese auditorio virtual de la alta política mundial, “sorprendido, Guterres preguntó ¿puede todavía alguien negar que enfrentamos una emergencia dramática?” (Afp, Reuters y Europa Press, La Jornada, 13/12/2020).
En diciembre 3, desde estas páginas, informé que si bien para 35 grandes bancos del mundo el Acuerdo de París (AP) es irrelevante para proseguir con sus omnicidas inversiones en “proyectos de combustibles fósiles extremos”, para el grupo de trabajo Biden-Sanders y John Kerry la “emergencia climática” es un hecho ya advertido y bien calibrado por la comunidad científica mundial, además de serlo para el resto de los 189 integrantes del AP. Para todos es asunto grave y urgente ante la intensificación anual del calor-humedad, que bate los récords de temperaturas de los últimos 3 millones de años, según la Organización Mundial de Meteorología.
El presidente electo Biden –ratificado por el Colegio Electoral de EU el 14 de diciembre y formalmente reconocido por México–, aun antes de asumir la presidencia, en medio del acoso judicial de Trump, pidió “pasar la página” para atender los mecanismos para la distribución eficiente de las vacunas anti-Covid-19 y emprender acciones diplomáticas para el reingreso, “lo antes posible”, de EU al Acuerdo de París. En este sentido resalta el nombramiento de John Kerry, ex secretario de Estado de Obama de 2013 a 2017, como principal enlace en materia climático-ambiental. Kerry, veterano de la guerra en Vietnam, se opuso a ese conflicto. Como senador, junto a su equipo, investigó la red montada por Oliver North y la CIA para armar de forma ilegal a los Contras en Nicaragua, sin autorización legislativa, por lo que miembros del gobierno Reagan fueron procesados y acusados. En 1986 los senadores Kerry y Christopher Dood impulsaron una investigación del ilegal financiamiento a los Contras usando al narcotráfico. Tres años después se distribuyó el Informe Kerry, que sirvió de plataforma para el juicio Irán- Contra que condenó a North.
En materia climática Kerry sobresale como uno de los principales arquitectos del Acuerdo de París. Los analistas interpretan positivamente este nombramiento por tratarse de un ex senador y ex secretario de Estado, el mismo que impulsó la normalización de las relaciones con Cuba y quien, además, jugó un importante papel en la materialización del acuerdo nuclear de Irán con Alemania e integrantes permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU. Con el nombramiento de Kerry, Biden envía un claro mensaje tanto de su intención de revertir a fondo la política “negacionista” de su antecesor, como de la seriedad con que toma la emergencia climática. Para él es asunto prioritario de seguridad nacional, por lo que Kerry queda instalado como participante a nivel ministerial, no sólo con acceso directo a Biden, sino también como integrante del Consejo de Seguridad Nacional. Es un mensajero de nivel ministerial y fue presentado como “el principal enviado oficial del presidente de EU en materia climática”.
Biden asumirá la presidencia el 20 de enero de 2021, eso si a Trump no se le ocurre alguna alocada excusa bélica para declarar un “estado de excepción” y mantenerse en el poder, fortaleciendo su base social desde la presidencia imperial. Menciono este escenario extremo por lo impredecible e irresponsable del comportamiento del magnate y su agresiva unilateralidad, padecida por el mundo durante cuatro años.
En relación con el Acuerdo de París, la información pública y oficial de la ONU indica que jurídicamente es un instrumento internacional vinculante, ratificado por 189 participantes, de un total de 197. EU lo ratificó el 3 de septiembre de 2016. Sin embargo el gobierno de Trump notificó al secretario general su decisión de retirarse del acuerdo a partir del 4 de noviembre de 2020. Ver: https://treaties.un.org/doc/Publication/CN/2019/CN.575.2019-Frn.pdf.
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