Reducidos los accesos a sólo 10 calles, de 40 entradas peatonales y vehiculares, entre policías, vallas metálicas y varios de los grandes almacenes departamentales cerrados, la vida en el Centro Histórico fue de contrastes.
Mientras en algunas zonas, las más controladas, la actividad transcurrió más tranquila y fluida, las aglomeraciones y tumultos no disminuyeron en las zonas más populosas, como El Carmen, Correo Mayor y el callejón El Girón, en las inmediaciones de Tepito, donde se expenden juguetes y pequeños comerciantes se surten para vender en sus colonias y barrios.
Esta última zona brava, donde, sin ningún tapujo, diableros, en lugar del coloquial “¡ahí va el golpe!”, gritan a la muchedumbre “¡muévanse, ahí va el Covid!”
A las 13 horas en ese callejón no cabía un alfiler y los comerciantes gritaban a todo pulmón y sin tapaboca para ofrecer sus productos.
En contraste, en las calles Venustiano Carranza, República de El Salvador, 5 de Mayo, Madero y República de Uruguay –esta última cerrada al tránsito peatonal y vehicular– se pudo observar menos gente y mayor orden.
Ahí, por la tarde, empleados del gobierno capitalino continuaban proporcionado gel antibacterial y organizando filas para mantener la sana distancia en las bocacalles.
En tanto, en calles como 16 de Septiembre, policías exhortan al público a acatar lo mismo, sólo que mediante perifoneo.
Al medio día, sólo la molestia de comerciantes y transeúntes, quienes en su incesante prisa, algo común en la zona, se quejan de los recorridos que tienen que hacer para llegar a algún comercio o a sus trabajos, alteran por momentos las entradas a las calles controladas, como 5 de Mayo, así como una marcha de indígenas que bloquea el Eje Central.
A la entrada de Palma y 5 de Mayo los policías no brindaron información a un anciano que este lunes acudió al centro a empeñar un objeto para sobrevivir en lo que resta del año. “Por aquí no hay acceso, tiene que checar la calle que tenga paso para entrar al Monte de Piedad”, le comenta poco amable el agente de la SSC.
Frente a la valla colocada a la entrada de la calle República de Uruguay, un comerciante procedente de San Miguel Allende, quien viene al Centro a comprar chaquira, se queja de la vuelta que tendrá que dar para comprar sus productos y la poca información que brindan los policías respecto de las calles por las que se puede ingresar.
La Plaza de la Constitución y el Palacio Nacional fueron protegidos con vallas y, a excepción del plantón de Frena, el Zócalo lucía prácticamente desierto hacia el mediodía.
Sin embargo, los puntos más críticos siguen siendo El Carmen y Correo Mayor, donde al mediodía, a pesar de observarse menos gente que en días anteriores, continúan las aglomeraciones ante la expansión del comercio callejero.