La problemática de todas las ciudades del país con un crecimiento descontrolado, desarticulado y caótico y sus fuertes consecuencias en la calidad de vida, la productividad y el desarrollo “tienen que ver con un abandono de muchas décadas de la política del suelo”, aseguró José Alfonso Iracheta, director del Instituto Nacional del Suelo Sustenta-ble (Insus).
Sin dudar, el funcionario ubicó al de la propiedad territorial como un tema “tabú” en la discusión nacional durante mucho tiempo. “Simplemente no se discute más allá de los círculos especializados, académicos”.
Y remarcó: “En México, más o menos 80 por ciento de la población vive en zonas urbanas. Uno de los fenómenos más fuertes que tienen impacto en la calidad de vida y desarrollo de las familias es precisamente la política urbana, y es sorprendente que sea de los pocos temas que no discutimos”.
Recientemente, Iracheta participó en un foro sobre el futuro de las ciudades mexicanas. Y desde el Insus (antes llamada Comisión para la Regularización de la Tenencia de la Tierra, Corett) planteó que si se quiere ver hacia adelante, “tenemos que empezar por el replanteamiento de los objetivos de política pública y partir de una base del entendimiento de la problemática del suelo. Si logramos esa parte, las demás políticas tendrán mayores posibilidades de ser exitosas: las de vivienda, el ordenamiento territorial y del cuidado del me-dio ambiente”.
Las funciones de la Corett, asumió, consistían sólo en abordar los asentamientos humanos irregulares. “Y a esto le llamo una antipolítica de suelo, la versión mínima y quizá peor concebida en cuanto a que simplemente va remediando un problema que se origina por los desequilibrios en los mercados de suelo y de vivienda, en los de financiamiento y otros factores de exclusión socioespacial”, pero sin una solución por esa vía, porque era sólo un paliativo.
Destacó entonces las acciones del actual gobierno federal con una política y referentes distintos sobre cómo abordar la problemática del ordenamiento territorial, la vivienda y el desarrollo urbano.
“Impulsamos un diálogo para tener instrumentos de gestión del suelo y que el propio desarrollo urbano sea el que permita financiar todas las demás necesidades de las ciudades. Es una práctica que se tiene ya en todo el mundo desarrollado y en buena medida en algunos países de América Latina, pero en México nos hemos retrasado 20 años. Pero me parece que estamos retomando el paso y que pronto veremos cambios relevantes en la política pública urbana”, confió Iracheta.