Para entender una institución es útil recordar sus orígenes y cómo funciona tres décadas después. Daré un testimonio porque fui consejero ciudadano del IFE en 1994. Ese año fue fatídico: hubo un levantamiento indígena en Chiapas el mismo día que entró en vigor el TLC. El mundo entero se asombró de nuestro rezago social. El 23 de marzo fue asesinado Luis Donaldo Colosio (PRI), lo que provocó una gran crisis económica y política. Carlos Salinas de Gortari promovió una reforma para despresurizar la política: admitió que el IFE fuera controlado por consejeros ciudadanos.
Según me platicó Jorge Carpizo (ex secretario de Gobernación y ex presidente del IFE), para elegirnos se negoció meses “en lo oscurito”. Finalmente se fijó un grupo que parecía aceptable. Yo fui incluido y aún ahora me sorprendo. Para evitar la partidocracia en la que cayó después el IFE, se inventaron distintos métodos. Hoy existe uno muy alambicado para que sólo los mejores puedan llegar al Consejo. Cuando por fin tomamos posesión faltaban semanas para la elección. Éramos un mascarón de proa porque la maquinaria del IFE era la que determinaba la operación. Ahora el Consejo es más poderoso y democrático.
Existía en 1994 lo que Santiago Creel llamó “sospechosismo”, originado por “la caída del sistema” de 1988, operada por el equipo de Salinas. Creel y yo nos aliamos a pesar de que él estaba cerca del PAN y yo de la izquierda. Culminaríamos con el “Seminario del Castillo de Chapultepec”, después de las elecciones.
El Consejo actual es mucho más actuante, ha podido promover la paridad de género en las elecciones a gobernadores. Una novedad extraordinaria porque sólo han habido nueve gobernadoras desde 1979 y únicamente hay dos actualmente. El Consejo ha sido muy valiente para sumarse al nuevo frente de lucha de las mujeres. El asunto no ha sido resuelto, pero es un buen indicio.
Nuestro Consejo en 1994 presentó un documento que criticaba las elecciones de ese año. Hubo escasas repercusiones. Ya como presidente, Ernesto Zedillo reconoció que su elección había sido legal, pero no equitativa, y promovió una gran reforma electoral en 1996. Al año siguiente, Cuauhtémoc Cárdenas ganó la jefatura de Gobierno del DF y Fox la presidencia en 2000 y con ello comenzó nuestra tortuosa transición a la democracia.
Colaboró: Mario A. Domínguez