En Las guerras globales del agua: privatización y fracking (https://amzn.to/3neZ4ay) formulé su “dimensión geoestratégica” y abordé su bursatilización según los cánones y cañones del megabanco Goldman Sachs que con Morgan Stanley –cuyo conspicuo palafrenero es, o fue, el itamita Jesús Reyes Heroles González Garza, quien inició la aciaga privatización del petróleo mexicano desde 2011 (La desnacionalización de Pemex; https://amzn.to/347glLe)– promovieron con el Banco Mundial la hipoteca hidráulica de México con el esquema tramposo de inversión público/privada.
Tampoco el reciente sabotaje del Tratado del Agua entre EU y México por el gobernador panista de Chihuahua, Corral, conocido por sus íntimos nexos con Castañeda Gutman –uno de los operadores del megaespeculador George Soros en México– puede ser deslindado de la privatización y bursatilización del agua en EU en las que puede ser arrastrado su vecino del sur. Dejo de lado la destrucción de Tabasco mediante las inundaciones deliberadas de los panistas Calderón y Luege Tamargo, al unísono de la dupla israelí Netanyahu/Korenfeld (https://bit.ly/3mgVbAq).
Los “amos del universo” de los megabancos decidieron pasar de la privatización del agua a la fase superior de su bursatilización en Wall Street cuando los contratos de “futuros” especulativos del oro azul forman parte de las cotizaciones de las materias primas como el oro y el petróleo (https://bit.ly/3a4XEeN).
CME Group, con sede en Chicago, opera los contratos ligados al mercado acuífero spot (al contado) por mil 100 millones de dólares en California –curiosamente, un estado con fuertes sequías e incendios–: el Nasdaq Veles California WaterIndex, que se inició hace dos años, y basado en el promedio ponderado del volumen de las principales cotizaciones de cuatro regiones: las cuencas Central, Chino, San Gabriel y Mojave (https://bit.ly/37QM7wU). California representa el mayor PIB de EU y su “mayor mercado agrícola” y acaba de salir de una sequía de ocho años tras haber sido devastada por superincendios.
Al panorama de por sí perturbador y desolador para más de las dos terceras partes sedientas del planeta que enfrentarán carestía de agua en los próximos cuatro años, aterra que uno de sus principales especuladores sea Michael Burry, quien pronosticó e hizo una fortuna con la quiebra inmobiliaria de 2008, cuya fétida historia forma parte de la película The Big Short (https://bit.ly/347dQst). Burry apuesta a que la demanda del agua escalará alturas insospechadas debido a la disminución de la oferta, concomitante al crecimiento poblacional y al cambio climático, pese a la pandemia del C-19.
Según Business Insider, los “agricultores utilizarán probablemente los contratos de agua más que los inversionistas, conforme buscan proteger sus costos de irrigación acuífera”.
EU y China constituyen los principales consumidores mundiales del oro azul, mientras en Latinoamérica, México y Chile son considerados los más vulnerables al estrés hídrico (https://bit.ly/3gIhsWO).
El estrés hídrico de México sobresale en su región noreste y desértica del centro/norte/noroeste, mientras el sur, en el binomio Chiapas/Tabasco que arropa 70 por ciento del total acuífero, sea devastado por los huracanes frecuentes –lo cual tiene solución geofísica que expondré próximamente.
Ignoro si existen cláusulas “filantrópicas” en el T-MEC, cuando recuerdo el creativo proyecto North American Water and Power Alliance (NAWAPA) de la década de los 60, que sepa Dios en qué quedó (https://bit.ly/346V9Fk).
Suena anómalamente aberrante que el norte y centro de México padezcan una de las peores carestías de agua del mundo cuando se han firmado tratados mercantiles muy cuestionados –el TLCAN (1994) y luego el T-MEC (2020)– con Canadá, que es una superpotencia hidráulica y el segundo mayor territorio del mundo –de casi 10 millones de kilómetros cuadrados, 38.7 millones de habitantes y una pirámide demográfica invertida– que se ha beneficiado con la minería de oro y plata de México.
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