Sintetizo el diagnóstico del campo mexicano contenido en el borrador de plataforma electoral 2015 (PE15) de Morena (desechada por AMLO). El campo, empieza diciendo el documento, se encuentra en situación económica, social y ambiental insostenible.
En los últimos años los gobiernos del PRI y del PAN han abandonado el campo y a su gente, comprometiendo gravemente la vigencia de los derechos humanos, la seguridad alimentaria, el empleo, la cohesión social, la gobernabilidad democrática, la seguridad y la soberanía de la nación. La proclama de Nunca más un México sin nosotros del movimiento indígena neozapatista, el grito el Campo no aguanta más del movimiento campesino y su proclama de Salvemos al campo para salvar a México, y la consigna Sin maíz no hay país, sintetizan la raíz y la razón del creciente descontento e insatisfacción de campesinos, indígenas, jornaleros y migrantes. Entre 1988 y 1994 se llevaron a cabo las contrarreformas más radicales en el sector agroalimentario y rural del país incluyendo: a) contrarreforma del artículo 27 constitucional (1992) que canceló el reparto agrario y convirtió las tierras ejidales en mercancía; b) Firma del TLC que incluyó todas las actividades agropecuarias y forestales; c) reformas al sistema de crédito rural eliminando el subsidio a la tasa de interés y concentrando el crédito en los productores comerciales; d) desaparición de los precios de garantía; e) cierre de Conasupo y privatización de la comercialización agropecuaria; f) privatización o cierre de los principales organismos o empresas públicos de apoyo (y subsidio) al campo y abandono de tales tareas en manos privadas: Fertimex, Anagsa (seguros agrícolas y ganaderos), Inmecafé, Tabamex, Albamex (alimentos balanceados). Este desmantelamiento del Estado de Bienestar Agrario, como se le llama a nivel mundial, establecido a lo largo de 50 o más años, es parte del Nuevo Orden Alimentario Mundial, promovido por EU para deshacerse de sus excedentes de granos como ventas concesionales o ayuda alimentaria, deprimiendo los precios mundiales de granos y estimulando las importaciones y la dependencia alimentarias del Tercer Mundo. Una reorganización a escala mundial en beneficio de los agricultores norteamericanos y de un puñado de trasnacionales, que llevó a la emigración rural y al empobrecimiento campesino. Los países metropolitanos, sobre todo EU, se convirtieron en el granero del mundo dejando a los periféricos como abastecedores de algunas materias primas y alimentos tropicales.
La integración económica con EU y lo antes narrado rompió totalmente la complementariedad entre el México urbano y el México rural, ruptura en la cual el gran perdedor fue el sector agropecuario, sobre todo los campesinos que producen para el mercado interno. Este es el origen de la prolongada degradación del México rural. Este agrocidio fue premeditado y alevoso como lo muestra el hecho de que, a pesar de que todos los estudios anunciaban una catástrofe por el TLCAN, no se dejó fuera del tratado el sector o, cuando menos, el maíz y el frijol, como lo hizo Canadá con lácteos y aves. La firma del TLC, junto con la contrarreforma constitucional y la cancelación de las políticas de fomento agropecuario, buscaba minimizar al campo en términos de producción, empleo y demografía. Y lo ha logrado: la catástrofe anunciada se hizo realidad: se perdieron 4.9 millones de empleos en la agricultura familiar, emigraron 6 millones de habitantes del sector rural, la participación del sector en el PIB se desplomó de 5 a 1.5 por ciento. En resumen, lograron arruinar el campo. Sobre seguridad alimentaria nacional la PE15 señala:
Para renunciar a la seguridad alimentaria basada en producción propia, los neoliberales argumentaron que los países de la franja equinoccial no tienen vocación cerealera y que es más razonable que importen granos baratos a que los produzcan caros. Los precios mundiales bajos de alimentos, sin embargo, duraron sólo hasta 2006 y empezaron a aumentar rápidamente en dicho año creando una crisis alimentaria global. Aparte de los factores coyunturales (malas cosechas, especulación, crecimiento muy acelerado de la demanda en India y China) hay causas de fondo: el cambio climático, el fin de la era de combustibles baratos, el creciente empleo de los granos para la alimentación animal y para biocombustibles, y el dominio creciente de la agricultura por el capital. Igualmente importante es la degradación del sistema agrícola intensivo en insumos químicos que contamina suelo, aguas y aire y provoca la baja en rendimientos. Los datos del Departamento de Agricultura de EU muestran un agudo declive en los rendimientos por hectárea en la agricultura de dicho país. El incremento histórico de rendimientos parece haber llegado a su fin. Pero, además, el encarecimiento de los combustibles (y la reducción en su uso a que obliga la salvación de la vida en el planeta) demandará un vuelco hacia las economías de producción y consumo local para evitar buena parte del transporte que deriva de la división internacional prevaleciente y que es altamente productor de gases de efecto invernadero (GEI). La agricultura y la ganadería mundial generan un tercio de todos los GEI, 18 por ciento vía la deforestación y 14 por ciento vía la producción. Por ello los organismos internacionales han vuelto a promover la producción agroalimentaria en unidades familiares y los programas nacionales de seguridad alimentaria. Las formas familiares de producción maximizan la producción, a precios más bajos y con flujos de producción más estables que las formas capitalistas. El capitalismo avanza en la producción alimentaria convirtiendo en mercancías alimentos antes producidos como valores de uso.
El mundo necesita más y mejores alimentos, pero no puede producirlos del mismo modo. Depender de la importación de granos básicos es ruinoso para los países que quizá podrían pagarlos y suicida para los más pobres. Hoy vuelve a ser, a los ojos de todo mundo, como lo era antes del neoliberalismo, no sólo social y políticamente pertinente, sino económicamente rentable, recuperar la soberanía y la seguridad alimentarias buscando autosuficiencia al menos en los alimentos de mayor consumo. ¿Quién y cómo debe producir en México los alimentos que hacen y harán falta? La solución no está en el agronegocio depredador y especulativo. Ha llegado el día en que los productores de escala modesta alimenten de nuevo al mundo y a México. La mejor opción es la pequeña y mediana producción familiar o colectiva, pero requiere apoyo público. Si no lo tiene acabará vendiendo a precios de costo y consumiendo sus recursos naturales y productivos en vez de conservarlos e incrementarlos. Porque si el agronegocio cobra rentas a la sociedad, la agricultura campesina por lo general las paga y con ello a la larga deja de ser viable. Necesitamos, entonces, un nuevo entendimiento entre el surco y la banqueta, donde la ciudad reconozca y retribuya las reales aportaciones de un campo socialmente justo, ambientalmente sostenible y económicamente eficiente. Esto deberá materializarse en políticas públicas orientadas a darle viabilidad técnico-económica a la agricultura campesina mediante acciones que revitalicen el mundo rural interviniendo decididamente el mercado agropecuario de alimentos mediante regulaciones y políticas compensatorias. La propuesta detallada de la PE15 la abordaré la próxima semana. La PE15 se encuentra en: https://bit.ly/3j2cG6S ¿Quieres participar en la construcción del programa político para la izquierda? Escríbeme.