En este turbulento final del año de la pandemia, el centro de atención se desplazó, casi de un día para otro, de la desalentadora perspectiva de continuada –en algunos países explosiva– expansión de las infecciones y sus secuelas al esperanzador panorama de disponibilidad temprana de varias vacunas efectivas anti-Covid. Las nuevas cotas alcanzadas por la pandemia a escala global mostraron que la siguiente cresta de la pandemia está siendo mucho más dañina de lo que se esperaba en el verano. El promedio semanal de nuevos casos diarios requirió tres y medio meses, del 10 de julio al 23 de octubre, para pasar de 200 a 400 mil y apenas 28 días, al 20 de noviembre, para escalar a 600 mil. Por su parte, el relativo a decesos diarios no cruzó la cota de 10 mil diarios sino hasta el 24 de noviembre. Los totales acumulados de 29 de febrero a 8 de diciembre fueron, respectivamente, de 67.8 y 1.5 millones. (Cifras de Johns Hopkins University recogidas por Washington Post 8/12/20.) Cuando entre octubre y noviembre, circularon noticias alentadoras sobre diversas vacunas, se produjo una repercusión, quizá poco esperada, en las bolsas de valores de naciones avanzadas, que vivieron días de euforia. El Banco de Pagos Internacionales lo advirtió, al señalar que las noticias positivas sobre desarrollo de vacunas “alentaron los mercados”, dando lugar a alzas generalizadas de cotizaciones, muy arriba de lo que corresponde “a una perspectiva económica general aún incierta”. ( Search for yield sustains buoyant markets, BIS Quarterly Review, 7/12/20.)
Meses atrás, cuando se realizaban esfuerzos para construir una respuesta global a la pandemia que diera cuenta de sus alcances y consecuencias –que ahora se sabe han sido mucho más amplios y costosos de lo que entonces se imaginaba– se expresó la noción de que significaba la oportunidad de definir e instrumentar acciones multinacionales, dictadas por la solidaridad, ante un mal que todos compartían, pero al que enfrentaban con recursos en extremo desiguales. Tal oportunidad resultaba evidente, sobre todo, en la investigación, desarrollo, fabricación y producción de vacunas. Se imaginó un gran esfuerzo cooperativo para disponer de millones de dosis de distintas vacunas, resultado de esfuerzos diversos de investigación. Como se sabe, el camino seguido hasta ahora ha sido otro, muy diferente.
Lo describe en forma sintetizada un reportaje reciente ( Achal Prabhala et al, Want vaccines fast? Suspend Intellectual Property Rights, The New York Times, 7/12/20), al que pertenecen los siguientes señalamientos:
“Este es el principio del fin: tres vacunas han mostrado excelentes resultados y se espera que otras se sumen. Pero no se trata del principio del fin, sino, más bien, del principio de una espera sin fin. No se dispondrá de vacunas suficientes para atender la demanda de los países más ricos del globo, para no hablar de los más pobres.”
No siempre se subraya o reconoce el uso de fondos públicos para el desarrollo de vacunas (u otros productos) por laboratorios privados: “parte de la nueva tecnología para la vacuna de Moderna proviene de los 2 mil 500 millones de dólares de fondos públicos recibidos en apoyo a la investigación y en pedidos anticipados. Como la propia empresa admite, la contribución por mil millones de dólares recibida para financiar su investigación cubrió 100 por ciento de los costos de ésta.” “Pfizer, por su parte, recibió una donación pública por 455 millones de dólares para desarrollar su vacuna y, después, cerca de 6 mil millones de dólares en compromisos de compra de EU y la Unión Europea.” “AstraZeneca recibió financiamiento público durante el desarrollo de su vacuna hasta por un total superior a 2 mil millones de dólares, aportados por EU y la Unión Europea”.
“Las vacunas desarrolladas por estas firmas fueron financiadas en todo o en parte con fondos públicos.” Por tanto, tienen carácter de bienes públicos, lo que debe ser reconcido al permitir –mediante una reforma o suspensión temporal de reglas de propiedad intelectual– la libre duplicación por terceros de fórmulas o procesos bajo patente sin pago adicional de regalías.
Habrá que estar pendiente de la reunión de 16-17 de diciembre del Consejo General de la OMC que discutirá una propuesta de India y Sudáfrica para suspender temporalmente algunas disposiciones de propiedad intelectual que constituyen barreras al acceso a vacunas y tratamientos para enfrentar el Covid-19.
Hay amplia incertidumbre sobre el número de dosis que estará realmente disponible y sobre las fechas de entrega efectiva a lo largo de 2021 y más adelante. Lo que nadie duda es que la oferta, muy problamente, no será suficiente para todos y, con toda seguridad, no estará al alcance de todos, excepto en los contados casos en que se instrumenten programas oficiales de distribución gratuita universal y éstos no enfrenten dificultad insalvable para importar con oportunidad las vacunas.