Como si se tratara de una conspiración del azar, una serie de imprevistos estorbaron el camino del campeón supergallo Rey Vargas. El contrato con una promotora fue el primer obstáculo para continuar su carrera; después firmó con una empresa internacional y estaba por debutar, cuando irrumpió la pandemia de coronavirus. Después de meses de incertidumbre, ya planeaba el retorno en el formato de la nueva realidad sanitaria, pero un accidente doméstico le provocó una fractura en la pierna y se vio obligado a mover una vez más todos su cálculos de volver al boxeo.
“No soy de maldecir”, dice Rey Vargas, quien está listo para, ahora sí, reaparecer en el boxeo. “De pronto todo se me juntó; cuando sufrí lo de la pierna ya fue el colmo. Sí me desesperé, porque fue un año de mucha presión, como para todos, pero además con esto que me sucedió, ya era demasiado.”
Sólo espera la autorización médica para poder retomar el entrenamiento y recuperar el lugar que no ha defendido desde su anterior pelea, hace más de un año. Desde entonces ha sido paciente, pero ya no puede esperar más.
“Voy a volver por peleas fuertes”, advierte Rey Vargas; “no puedo volver con combates para retomar ritmo; debo volver a lo difícil, con los rivales complicados y exigentes. Voy a buscar al mejor clasificado y los nombres que me permitan demostrar que puedo estar en la élite.”
Rey se sintió inspirado al ver el regreso de Errol Spence, quien tras un aparatoso accidente de tráfico volvió para demostrar que es uno de los mejores peleadores del momento. Esa lección pretende repetir el mexicano, después de tanto tiempo alejado de los encordados.
“Lo que le ocurrió a Spence sirve de ejemplo”, comenta; “también me pone a pensar en lo impredecible del futuro. Ahora con la pandemia, mucho más: un día estamos bien, pero al siguiente no sabemos. Eso me motiva más a regresar, y para eso estoy dispuesto a morir en el ring”.