En América Latina y el Caribe, el regreso a clases tras la pandemia de Covid-19, quizás en formatos híbridos, “tampoco presenta un escenario alentador”, además de que será extraordinariamente difícil, en medio de la crisis económica, integrar las desiguales experiencias educativas de este año y recuperar a los alumnos que no han vuelto a la escuela.
En un informe amplio sobre las condiciones para el regreso seguro a las clases presenciales, la Oficina Regional de la Organización de las Naciones para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) y el Banco Interamericano de Desarrollo (BID), advierten también que habrá escasos recursos económicos por parte de los Estados para poder enfrentar las múltiples demandas educativas.
Incluso, se señala que la mayoría de las escuelas de los países de la región no cuenta con las condiciones de tamaño de aulas que permita el cumplimiento de los protocolos de distanciamiento físico para un regreso presencial, entre muchos otros factores que complica un regreso seguro a los planteles.
“La situación generada por la pandemia podría representar un retroceso de una década en muchos de los indicadores sociales y económicos de la región”, señala el reporte “Reabrir las escuelas en América Latina y el Caribe. Claves, desafíos y dilemas para planificar el retorno seguro a las clases presenciales”, presentado en línea este lunes por la Oficina Regional con sede en Santiago de Chile.
Claudia Uribe, directora de la Oficina, señaló que a la fecha, tras nueve meses de la pandemia, en la región hay 16 países que todavía mantienen cerradas todas sus escuelas, 17 más que han iniciado una apertura parcial y sólo nueve de las naciones han abierto todas sus instituciones educativas. “Hay fuertes decisiones que deben tomarse cuanto antes, debido a que mientras más se demore el retorno a clases, más crecerá la exclusión y más incrementarán las desigualdades”, dijo en su intervención.
En el documento de 81 páginas, que contiene un diagnóstico sobre las condiciones estructurales de los sistemas educativos en la región, señala que a pesar de los riesgos que conlleva la reapertura gradual de las escuelas, hay un creciente consenso de que la educación presencial se debe reanudar lo antes posible para evitar consecuencias más graves en el largo plazo.
Considera que si bien las modalidades de educación remota son la solución más factible para las circunstancias de la pandemia, ésta puede agravar la exclusión pues no aseguran la continuidad de los aprendizajes para todos.
La Unesco y el BID llaman a invertir en mejorar el estado de la infraestructura escolar para ofrecer condiciones básicas de saneamiento e higiene. También a una cuidada planificación de la demanda y oferta de docentes para el regreso presencial a clases, y enfatiza la urgencia de mejorar las políticas referentes a la formación, disponibilidad, asignación y condiciones laborales del profesorado.
En cuanto a las tecnologías de la información (TIC) y a la continuidad de clases durante la pandemia, el reporte especifica la inequidad entre estudiantes al enfrentarse tecnológicamente a las opciones educativas en pandemia y el enorme desafío para la continuidad pedagógica, especialmente en zonas rurales.
Respecto del financiamiento de la educación, se afirma que la recuperación del sector educativo requerirá recursos adicionales, así como mejorar su distribución. Las enormes desigualdades para el regreso presencial a clases ponen en foco la necesidad de incorporar criterios de equidad y de priorización de poblaciones vulnerables.
Las enormes desigualdades para el regreso presencial a clases ponen en foco la necesidad de incorporar criterios de equidad y de priorización de poblaciones vulnerables. En este sentido, el financiamiento de la educación, así como una asignación de recursos equitativa y eficiente, son clave como estrategias de respuesta ante la crisis para garantizar el derecho a una educación de calidad para todos.