En México vamos a ensayar en el mismo año dos formas de democracia, la representativa y la participativa. El 6 de junio elegiremos aproximadamente 21 mil cargos y el primero de agosto realizaremos un ejercicio de democracia participativa, una consulta que fue aprobada por la Suprema Corte de Justicia de la Nación y el Congreso.
La elección de junio será de gran complejidad, incluso la más grande registrada hasta ahora. En agosto, el pueblo va a ser consultado para que señale si está de acuerdo en que se esclarezca si las decisiones tomadas en los años pasados por los actores políticos se han ajustado al orden jurídico. Los dos ejercicios representan las dos formas en que puede ejercerse la democracia. En junio el pueblo elegirá un recambio completo en la Cámara de Diputados y, en agosto, viviremos un ejercicio de democracia directa inédito aquí.
El actual régimen se ha inclinado a la consulta y a la democracia participativa e indica que es más democrática que el sistema representativo. Ha realizado numerosas consultas (por ejemplo, para el aeropuerto de Texcoco y el Tren Maya) que han carecido de fuerza legal y más bien han sido orientadas a obtener un respaldo político. Se ha logrado también que se apruebe una consulta de revocación de mandato para 2022.
En México probablemente se ejerce desde hace siglos la democracia directa en las comunidades indígenas. Yo he visto cómo se reúnen los miembros de una región para resolver los asuntos de interés colectivo. Muchas veces les toma horas llegar al consenso, que es la forma de decidir los asuntos. El régimen nacional ha reconocido la validez de estos usos y costumbres.
Las elecciones generales de junio tendrán una gran importancia política porque ahí la gente decidirá si el actual gobierno continúa con el apoyo de la Cámara de Diputados, y por consiguiente, del Congreso. Si pierde, tendrá que someterse a un régimen de limitación constante y de negociación con los otros partidos; si gana, tendrá un enorme apoyo para la segunda parte de su mandato, en la que podría hacer importantes reformas.
El resultado de la elección directa de agosto no tendrá esos efectos, pero significará una prueba del grado de apoyo que el régimen tiene en la población.