Esther Hernández Torres, directora de Vinculación Cultural de la Secretaría de Cultura (SC) federal, ofreció ayer una disculpa por no advertir “sobre el pésimo nombre y falta de manejo institucional” en una conversación entre servidores públicos llamada “Desactivación colectivos”.
A dos días de que se dio a conocer la existencia del chat privado, y ante la indignación de organizaciones artísticas, la funcionaria lamentó “la situación actual” en una carta publicada en su cuenta de Twitter.
En su disculpa, que no dirigió a nadie en particular, escribió: “Soy responsable de no haber informado a la subsecretaría y a la secretaría sobre el nombre de ese chat y haberlo tomado a la ligera. Cuando me sumaron, el chat tenía otro nombre, luego lo cambiaron y asumo que no dije nada”.
El chatgate se desató este miércoles durante una reunión virtual que sostenían funcionarios de la SC e integrantes de colectivos artísticos, cuando por error se vio en pantalla una conversación privada de WhatsApp entre los servidores públicos.
En respuesta, integrantes de 11 colectivos artísticos, entre ellos No Vivimos del Aplauso y el Movimiento Colectivo por la Cultura y el Arte de México (Moccam), exigieron la renuncia de Alejandra Frausto como titular de la SC.
Este viernes, el Moccam difundió una petición para destituir a Alejandra Frausto de su cargo como secretaria de Cultura federal “por el incumplimiento de sus funciones, cometiendo en repetidas ocasiones actos y omisiones de naturaleza administrativa que violan los derechos humanos y culturales , y por ejercer y/o permitir desde la secretaría a su cargo acoso a ciudadanos trabajadores del arte y la cultura conformados en colectivos”.
En la plataforma Change.org, también solicitó al presidente Andrés Manuel López Obrador la destitución del personal adscrito en esa dependencia que participó “en esos actos y omisiones de naturaleza administrativa”, como la de desmantelamiento –desactivación-– en contra de colectivos artísticos y culturales, atentando contra los derechos constitucionales a la libre expresión, la libre organización y a la participación ciudadana”.
En las capturas de pantalla del intercambio de mensajes se observa a Pablo Raphael, director general de Promoción y Festivales Culturales, y a Ángeles Castro, directora del Centro Nacional de las Artes, quienes no han emitido ninguna declaración al respecto.
Hernández Torres sostuvo en su comunicado que tanto “mi compañera Valeria López de la DGVC como yo, sumamos a ese grupo de trabajo propuestas para hacer un diálogo más horizontal con una visión de participación amplia que sumara diversas voces”.
Recordó que “las diferencias de opinión con los colectivos, las hice saber en su momento de frente, que sigo sosteniendo que algunos temas deben trabajarse con el Legislativo porque rebasan las atribuciones de la SC, y que otros no son parte de un congreso, sino de solución directa con las personas implicadas”.
Escritores se sumaron a la indignación por la existencia de esta coordinación para anular organizaciones. Además, colectivos artísticos lanzaron la etiqueta en redes e iniciativa #ActivaciónDeColectivos.
El ensayista Heriberto Yépez divulgó en su cuenta de Twitter: “El tema en México cultural hoy es ‘desactivación de colectivos’. Pero el tema de fondo no son unos colectivos o unos funcionarios, sino cómo vertical y horizontalmente se desactiva a las colectividades y a las obras. Uno y otro punto”.
El narrador Juan Villoro escribió dos tuits donde calificó la situación como “una vergüenza” e “intolerable que funcionarios de cultura traten de desactivar a quienes luchan, precisamente, por hacer cultura”.
El escritor afirmó: “Hoy deberían ser despedidos e inhabilitados todos los funcionarios de la Secretaría de Cultura preocupados por desactivar colectivos y artistas y no por trabajar con ellos. Nada tan vergonzoso como el desprecio a la cultura por parte de los funcionarios de cultura”.