La Expo Guadalajara, considerado uno de los recintos feriales más grandes de Latinoamérica y sede de la Feria Internacional del Libro (FIL), hoy parece un cementerio debido a la cancelación del formato presencial del encuentro editorial.
En los alrededores del recinto hay vallas que impiden el acceso a su interior, pero desde ellas se puede apreciar un inmenso árbol navideño en el área que iba a ocupar el que se anunció como uno de los pabellones más lujosos en la historia de la FIL, propuesto por el emirato de Sharjah, país invitado de honor este año y que también, debido a la pandemia de Covid-19, pospuso su visita para 2022 (el año próximo el invitado será Perú).
Cuando nos encontramos a la mitad de la feria, su edición especial se desarrolla sin contratiempos en lo virtual, pero en la realidad los huecos que ha dejado en la economía de la ciudad son muy notorios, casi tan desoladores como los 90 mil metros cuadrados vacíos de la Expo Guadalajara, su sede tradicional.
Ese inmueble, que la FIL año con año ha ocupado, según su presidente Raúl Padilla López, “hasta el último centímetro cuadrado”, incluidas áreas que conforme ha pasado el tiempo se han ido ampliando para ofrecer mayor superficie de exposición, estos días se halla desierto a pesar de que sus puertas fueron reabiertas en septiembre, cuando se realizó Expo Moda.
Afectaciones económicas
Se extraña la efervescencia que año con año rodeaba la zona, con la asistencia de cientos de miles de personas que generaban aglomeraciones en los pasillos, en los accesos y en las calles aledañas, con constantes embotellamientos vehiculares. Tan sólo en 2019 asistieron a la FIL 828 mil 266 visitantes en los nueve días de actividades, de acuerdo con reportes oficiales.
Las afectaciones económicas son evidentes, no sólo para Expo Guadalajara, que tiene en la FIL uno de sus actos más importantes del año, sino para una docena de hoteles en la zona, incluidos los pertenecientes a cadenas internacionales, como el Hilton, donde se hospedaba buena parte de los escritores invitados. En hoteles y restaurantes, botones y meseros no recibirán propinas.
“Es un golpe duro, pues la FIL es uno de nuestros cinco clientes más importantes, y no tener esos ingresos hará que no logremos números positivos este año. A causa de la pandemia, por primera vez en muchos años de la historia de Expo Guadalajara, perderemos dinero y veremos un escenario de números rojos”, declaró Guillermo Cervantes, presidente de Expo Guadalajara.
Restaurantes en Plaza del Sol o en los alrededores de Expo Guadalajara, donde era difícil conseguir mesa estos días, también sufren la ausencia del encuentro librero. Ni qué decir de las líneas aéreas que dejaron de vender miles de boletos a editores y comercializadores de la cadena del libro.
La Oficina de Convenciones de Guadalajara calculó que la economía de la ciudad dejará de recibir, por lo menos, 700 millones de pesos, pérdidas en las que no se incluyen las economías informales y de microempresas, como las de vendedores ambulantes, taxistas o tiendas de conveniencia. La FIL estima que en Jalisco la derrama económica que se dejará de tener ronda 330 millones de dólares.
Sin embargo, las pérdidas no se remiten exclusivamente a lo económico.
También cada año cientos de jóvenes estudiantes de la Universidad de Guadalajara se anotaban como personal de apoyo en busca de sumar horas para liberar su servicio social, lo cual no ocurre en esta edición 34.
En el ámbito laboral también hay pérdidas, pues Expo Guadalajara informó que, tan sólo para el montaje de los puestos de exhibición de las editoriales se requerían al menos unas 2 mil 500 personas entre carpinteros, electricistas y fontaneros, que estos días quedaron desempleados.