“… la pintura puede considerarse como ese despliegue de imágenes colocado fuera del tiempo en el que se halla encerrada una suerte de la historia de la humanidad que nos entrega la verdad de lo humano.”. Juan García Ponce
Su padre fue profesor de dibujo, por lo que de inmediato tuvo noción de líneas, proporciones y composición, y se familiarizó con los materiales de trabajo para el trazo. Nacido en Málaga, pero establecido en Barcelona, ingresó a la escuela La Lonja, donde muy pronto destacó con talento inusual. A los 19 años se fue a París; era el camino para impactar al arte mundial con la firma de un genio: Picasso.
El genio con guitarra
Pablo Picasso siguió a Cézanne en la ideología de la forma. La forma contra la descomposición fragmentaria que generó el impresionismo y continuó el fauvismo con el color. Picasso elevó la forma y después reorganizaría sus elementos. Son muchas las fases que componen su obra, seccionada por periodos (el azul, el rosa y el negro), series (como su relaboración de Las meninas de Velázquez), o de vanguardia con el cubismo y su paso por el surrealismo. Abarcó muchos conceptos del arte, como pintura, grabado, dibujo o collage (su obra Guitarra –1912– fue, de hecho, la precursora del collage, el concepto del arte-objeto y de buena parte del arte por venir). Picasso dejó una obra inmensa con miles de piezas; se habla de que produjo unas ¡16 mil!
El Guernica
El 26 de abril de 1937, la insurgencia franquista utilizó aeronaves alemanas de la Legión Cóndor para bombardear a la población vasca de Guernica (Guernika, en euskera, la lengua regional) en medio de la guerra civil española. Era el pueblo más antiguo de los vascos. El acto se convirtió en el tema que Picasso aún no definía para el encargo que el gobierno republicano español le había encomendado. Se trataba de hacer una obra monumental que formaría parte del Pabellón Español en la gran Exposición Universal de París. Sin avance en concepto para esa entrega, Picasso vio las noticias del bombardeo. Bocetó con seguridad y prisa. Cuando se lanzó a hacer la pintura, sólo necesitó de los meses de mayo y junio para culminar El Guernica. Monumental físicamente (3.49 por 7.77 metros), y gigante conceptual e intelectualmente, el mural aún es considerado un golpe artístico para mostrar los horrores y la gran barbarie de la guerra. Los grises producen gran dramatismo, que el artista volvería a usar en Masacre en Corea (con un fusilamiento que remite al célebre cuadro de Goya El 3 de mayo en Madrid), de 1951, o en La casa Charnel (El osario), que representa el Holocausto judío, en 1945. La tercera parte de los habitantes del pequeño poblado de Guernica perdieron la vida. Algunos expertos afirman que esos grises y negros buscaban perpetuar los matices en blanco y negro que la prensa mostró al mundo con el horror del bombardeo. Quizás es sencillamente la progresión cromática de sus trabajos previos en el aguafuerte, de donde saldría gran parte de su obra y temática posteriores.
Personajes y contenido
El Guernica, como muchas de las principales obras de Picasso, no tiene carácter “unívoco” de lectura, sino que es rica en subtextos y aleaciones temáticas. Segmentemos la obra. ¿Qué hay en El Guernica? En principio, hay cuatro mujeres: una con quinqué, una que huye, otra dando un alarido en una ventana y, la más fuerte de las imágenes del conjunto, una mujer gritando hacia lo alto con su hijo muerto en brazos, maternidad desgarrada, presenta los pechos desnudos hacia el infante. Algunos han querido ver (ciertamente la imagen es muy similar) el traslado pictórico de un fotograma de El acorazado Potemkin (Serguei Eisenstein, 1926), donde también una mujer sostiene a su hijo muerto durante un ataque militar. Mientras, la fémina en la ventana se ve desesperada en un edificio en llamas viendo hacia arriba, referencia de que el fuego proviene del cielo. La que sostiene el candil parece traer una luz, quizá de esperanza, quizá contemplando con impotencia la atrocidad. La que huye muestra miedo, pero no está herida; tal vez pueda escapar, pero no hay fuga posible para el dolor de la madre, su hijo es el alma de su vida y también el futuro del pueblo.
Muchos de esa generación no crecieron para hacer destino del país español. Curiosamente, en los bocetos originales de estudio, el artista había incluido a una quinta mujer muerta en el suelo, pero la suprimió en la ejecución de la obra.
El soldado desmembrado por el suelo es el resultado de la milicia que pierde la batalla. También hay una paloma muerta, interesante, porque los apuntes históricos indican que el bombardeo llegó en una jornada propia de mercado, lo que expuso más a la población y sus animales domésticos y de venta. Esto dirige la atención a una figura definitiva en el cuadro: el caballo. De acuerdo con algunos estudios, puede ser una yegua. La figura femenina de la República; la yegua, entonces, es España. La patria herida que pisotea al soldado caído. Para los restos del guerrero armado, no hay lágrima, ni clamor de victoria. Es el combatiente caído que todavía sostiene una espada fragmentada sobre la que hay una flor, quizá, la esperanza de que no todo esté perdido tras esa masacre y su propia muerte.
El toro, de garbo y estirpe taurina; es decir, de “fiesta de toros”, es un protagonista en la obra de Picasso, aquí en el papel malévolo del franquismo. Para unos es la representación del opresor (no tiene gesto de asombro ni dolor, sólo contempla), para otros es el pueblo español; algunos dicen que es el propio Picasso en su encarnación manifiesta de testigo con una postura. Tan su álter ego como en las múltiples y prodigiosas series de El Minotauro, uno de los despliegues de trazo y técnica más espectaculares en su obra artística desde que hizo la primera portada de la revista surrealista Minotaure (un collage con viñeta del personaje al centro) en 1933. Minotauro mitológico, Minotauro imponente en las decenas de aguafuertes que lo muestran imperativo, agresivo y seductor. Minotauro en ruedo, herido de muerte, en escena teatral, en la sutileza y la bestialidad, como amenaza y como ente empático, compasivo, seductor. Minotauromaquia, la pieza de 1935, es el antecedente más preciso a la conformación de El Guernica. Ahí se ve al Minotauro avanzar hacia una niña, fácilmente vulnerable a su embestida. La pequeña tiene flores en una mano y una vela en la otra, quedando la pieza lumínica sobre un caballo convulsionándose en el aire, como la luz que pende del caballo lastimado en El Guernica. Caballos de panza reventada, toros y minotauros colman los motivos del pintor. Son el soporte de conjunto de su obra magna.
La figura equina exhibe el dolor del pueblo, la herida mortal. Sobre el caballo está el Sol, pero la pupila tiene una bombilla eléctrica. Esto es visto como la imposición (o intromisión) de la tecnología, como las bombas mismas. Lo natural se condiciona por lo moldeable y lo hace, también, amenazante. Para muchos otros, es el ojo divino. La mirada que puede ver tras las intenciones disfrazadas, para fustigar sus atrocidades. Se concluye que la nación española esté representada en el caballo, eje central de la composición (de diversos planos), y quien verdaderamente sufre el embate del ataque, con vientre mostrando segmentos, como una bestia eviscerada, en la peor de las muertes. Es la figura que retiene el mayor dramatismo del cuadro.
Las bombas que no fueron
Sin aviones, sin bombas, sin actos heroicos, Picasso pone la guerra en sitio y en piso, con las víctimas. El pintor ha sido cuestionado por no ser un artista con una obra cargada hacia los temas sociales, pero la perspectiva puede ser acotada si consideramos que sus primeras pinturas exaltan a los personajes con vida de calle en toda su crudeza, o que en el mismo 1937 realizó los aguafuertes Sueño y mentira de Franco, donde el fascismo pelea con el respaldo del triunvirato de capital, Iglesia y ejército, para ir contra el gobierno republicano, por tanto, contra el pueblo mismo. Apolítico en la mayoría de su producción, hizo con el mosaico de nueve personajes en El Guernica, una de las manifestaciones artísticas más claras contra la crueldad de la guerra y la perversión política. Hastiado de los cuestionamientos sobre la obra, el artista dijo que el público viera e interpretara lo que quisiera. Nunca explicó el todo como eje narrativo.
Ante la exigencia del artista de que no volviera a España hasta que se estableciera un gobierno democrático, El Guernica pasó de París a exhibirse en otras partes hasta recalar en Nueva York donde, a petición de Picasso, se instaló en el Museo de Arte Moderno desde 1944. Regresó para quedarse en Madrid, en 1981, porque pudo probarse que el gobierno español había sufragado los gastos para la creación de la obra con 50 mil francos.
La recuperación de la obra permite que hoy pueda ser admirada en su propio espacio en Madrid, en el Museo Reina Sofía, recinto que fue clínica de enfermos mentales en Atocha.
Picasso no fechó El Guernica. ¿Pensaba acaso que algo faltaba para que la obra, aún con destino de exhibición masiva, se sintiera terminada? Por lo que haya sido, es un hecho que las valoraciones de la pintura han crecido con los años, ubicando su sitio como una de las más conocidas, estudiadas y apreciadas en la historia del arte.