Poco después de las 15 horas, la calle de Aztecas, Barrio La Asunción, en Iztapalapa, se mira quieta. No parece que por ese sitio deambulara Pedro Morales Domínguez, presunto responsable del delito de trata de personas en contra de menores de edad, a quienes hacía trabajar largas jornadas, de día y de noche.
Se busca una fábrica de máscaras de látex donde se obligaba a los infantes a trabajar sin descanso y sin salario, pero a cambio recibían maltrato físico y verbal. Nadie sabe nada. La Fiscalía General de Justicia capitalina no da datos concretos sobre la ubicación de ese productor de máscaras de látex que se utilizan en fiestas de disfraces.
Con una fotografía de teléfono celular se pretendía dar fe de lo que sucedía a esa hora en la calle Aztecas; sin embargo, vecinos del lugar obstaculizaron la labor periodística.
Al tomar imágenes en la vía pública, sin entrometerse en ninguna vivienda, negocio ni causar afectaciones o tomar imágenes de personas, una mujer sale de un salón de belleza, se da cuenta que se ha tomado una fotografía y se lanza agresiva, además exige borrar las dos imágenes con el argumento deque se trataba de su negocio y de su domicilio.
La mujer advirtió que la calle es zona de peligro, pidió a la representante de este diario no seguir con su camino e incluso manifestó que podía ser víctima de un “levantón”, y a pesar de que se borró la imagen de la fachada de la estética, llamó a un sujeto quien dijo ser su hermano, que a su vez se encargó de azuzar a otros vecinos y de anticipar que “se iba a armar en grande”, al momento que extendió los brazos para impedir el libre tránsito de la representante de La Jornada.
No basta acreditación
En todo momento el sujeto exigió a la periodista que se quitara el cubrebocas, la careta y que diera a conocer su domicilio particular, pues no le bastó, junto con otro vecino, llamar a las oficinas de La Jornada para acusar que la reportera tomaba fotografías de la vía pública, ni tampoco revisar las publicaciones en Internet, pues uno de ellos ironizó: “yo soy de TV Azteca”. La turba de vecinos sí invadió la privacidad del representante de este medio de comunicación al grabar con celular en todo momento mientras otra vecina, vestida de pants color negro, pidió la libreta “para ver”. Luego, otro residente, ataviado de camisa azul, que sin entender el contexto de las anotaciones periodísticas las tergiversó y acusó a la representante de ser secuestradora de niños y amenazó: “de aquí, derechito a la cárcel”.
Momentos después llegaron elementos de la Policía Auxiliar y trabajadores de la alcaldía de Iztapalapa, que identificaron plenamente al representante de este medio de comunicación, pero también fueron agredidos verbalmente.
Al final, la representante de este diario salió después de casi cuatro horas del juzgado cívico 4 de Iztapalapa sólo por ejercer su trabajo periodístico, por estar en la vía pública, y sin cometer ningún delito, pero la juzgadora Rocío Bustamente Rivera realizó un acta de declaración de persona probable infractora en la que asentó las declaraciones y resolvió que no fue “procedente aplicar sanción alguna”.