Durante un foro en el marco de la discusión de la futura legislación en materia de outsourcing en México, Guillermo Gianibelli, autor de un proyecto legislativo en la materia en Argentina, expuso que, en las relaciones entre empresas "outsourceras" y las que las contratan, se contempla la fuerza de trabajo como un elemento mercantil, por lo que se requiere generar proceso de “desmercantilización”.
Para ello, el también profesor de derecho del trabajo en la Universidad de Buenos Aires indicó que el primer paso debe ser una definición clara en la ley de las actividades principales y secundarias de las empresas.
En el foro organizado por el Centro de Investigación Laboral y Asesoría Sindical (CILAS) y la Nueva Centrar de Trabajadores (NCT), alertó que una opción que han tomado muchas legislaciones es dar opciones al trabajador de “reclamar” a la empresa que lo contrata y a la que ofrece su servicio, pero dijo que ello no resuelve de fondo los abusos de los que sufren los trabajadores. La responsabilidad solidaria, insistió, es una medida tardía para atender las irregularidades.
“Lo que se debe es procurar estar muy atentos en limitar el alcance de la interpretación que pueden hacer los jueces al momento de las determinaciones. En un segundo plano, en el transcurso de la subcontratación, se debe delimitar las actividades transitorias, ya que es mucho más exigible prohibir la subcontratación en la tarea principal y regular las secundarias”, agregó.
De igual forma, agregó, se debe definir los ámbitos de espacio para poder normar las actividades dentro y fuera de la empresa principal. Recomendó que la prohibición que se establezca esté acompañada de una claridad de los vínculos contractuales.
Por su parte, el economista argentino y colaborador de CILAS, Álvaro Orsatti, calificó la normativa creada por la Organización Internacional del Trabajo como correcta, pero en las leyes mexicanas y de varios países sólo se retoman “retazos”, por lo que instó a retomarlas.
Indicó que el empleo atípico va creciendo en el continente, y ha tenido un repunte en Europa. El empleo tercerizado llega hasta el 20 por ciento en las economías mundiales.