Luego del desabasto de materias primas para la elaboración de medicamentos por el cierre de fronteras en China, en particular Wuhan –donde surgió la pandemia de Covid-19 y están las fábricas–, Estados Unidos decidió que no dependerá más de las importaciones y destinó 400 millones de dólares para la producción de 93 sustancias, las más relevantes.
En cambio, México determinó priorizar las compras en el extranjero y pasar por alto la certeza de calidad y seguridad de las medicinas, advirtieron representantes de la industria farmacéutica y de farmoquímicos. En conferencia organizada por la Asociación Mexicana de Farmacovigilancia, Sergio Ulloa Lugo, representante de los fabricantes de sustancias activas, recordó que la industria farmacéutica es estratégica en la economía, pero las disposiciones adoptadas para priorizar las importaciones, y que estos productos ingresen sin mayor trámite, pone en riesgo la seguridad de los pacientes.
Además, advierte, coloca en desventaja a los fabricantes instalados en el país, porque los requisitos que aquí se deben cumplir para obtener un registro sanitario se eliminan a los proveedores extranjeros.
Los cinco días hábiles que tendrá la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) para autorizar las medicinas que lleguen de otras naciones son insuficientes para asegurar su calidad, seguridad y eficacia.
Rafael Gual, director de la Cámara Nacional de la Industria Farmacéutica, consideró que la inequidad es evidente, pues los laboratorios que se encuentran en territorio nacional deben esperar de 180 a 240 días naturales para obtener un registro sanitario, o 60 días si se busca aplicar el acuerdo de equivalencia con otras agencias.
Esos plazos se suman al rezago “de trámites” en la Cofepris, que en conjunto desincentivan la producción en México. El ejecutivo advirtió sobre el riesgo de que se suspenda la fabricación de medicinas, debido a que “no se podrá retomar fácilmente, porque para realizar todo el proceso se requieren al menos cuatro meses”.
A todo esto se suma el retraso en la compra consolidada que organiza la Oficina de Naciones Unidas de Servicios para Proyectos. Todavía no se inicia y los fabricantes carecen de información sobre la forma en que podrán participar.