Una escalada de sabotajes a la economía, dirigidas desde Estados Unidos, se ha producido en Cuba entre 2017 y 2020, continuada durante la pandemia de Covid-19. El llamado Movimiento San Isidro (MSI), al que tanto espacio han dedicado los medios canallas en las últimas semanas, no puede desligarse de esas acciones, que junto a otras, como la supuesta acción artística desplegada por este grupo de cuatro personas sin prestigio alguno en la isla, forman parte del plan de golpe blando para derrocar al gobierno cubano (véase amplia información y videos en www.cubadebate.cu/etiqueta/movimiento-sanisidro/). Vuelta al terrorismo que Washington, salvo por breves periodos, como durante el gobierno de Obama, ha practicado sistemáticamente contra la revolución cubana desde 1960. Lo que explica este repunte es la influencia sin precedente concedida por el presidente Donald Trump a la extrema derecha contrarrevolucionaria de Miami, a la que entregó virtualmente la dirección de la política de asfixia económica máxima y estimuló, con las brutales acciones y retórica contra Cuba de él mismo y de su gobierno, el surgimiento de una nueva generación de mercenarios del terror en Florida totalmente tolerados por las autoridades yanquis y aceitados con un río de dinero, que también les permitió crear un nuevo sistema de medios de difusión contrarrevolucionarios new age. Esto significó también un incremento del uso de las redes digitales para crear fake news y posverdades, que venía desde la época de Obama, con formas más pragmáticas y moderadas.
El MSI, en consecuencia, es parte de un conjunto de células y actividades dentro y fuera de Cuba insertas en el plan golpista estadunidense. En este plan, el terrorismo, encaminado a sembrar caos y pánico, es un ingrediente de primer orden, como lo fue en las guarimbas de Venezuela. La liquidación del socialismo en Cuba no es para transitar a la “democracia”, como proclama Washington, sino al neoliberalismo 3.0, la forma más cruel de distribución de la riqueza y entre las más autoritarias y despóticas de gobierno. Por lo visto en Chile, Bolivia, Perú, Brasil, Colombia, Honduras, Guatemala y el propio Estados Unidos, en la actualidad es cada vez más delgada la línea que separa al Estado neoliberal de uno primo hermano del fascismo.
Los miembros del MSI, que se concentraron en una casa del popular barrio de San Isidro, en La Habana, son cuatro o cinco artistas jóvenes y sin apenas obra. Junto a ellos, otras 14 personas, que no son artistas, se sumaron a la totalmente falsa huelga de hambre y líquido que protagonizaron. No hay más que ver en los videos difundidos por ellos mismos la sana condición física de los allí reunidos y el refrigerador repleto de comida. Eso sí, se trata de un grupo, sin excepción, al servicio de los planes de Estados Unidos contra Cuba, incluyendo su vertiente terrorista y el cobro en dólares por delante. La demanda principal de los falsos huelguistas de hambre era la liberación del músico Dennys Solís, miembro del MSI, quien cumple una sentencia de ocho meses por desacato. La otra, la eliminación de las tiendas que venden en divisas, medida vital para defender la economía del recrudecimiento del bloqueo. Solís, quien había sostenido pláticas telefónicas con José Luis Fernández Figueras, de origen cubano y residente en Estados Unidos, fue citado por la policía para aclarar su relación con éste, nada menos que miembro de una organización terrorista de Miami llamada Lobos solitarios, buscado por las autoridades cubanas desde 2017 por su vinculación directa a hechos de sabotaje. Fernández Figueras le ofreció 200 dólares por seguir sus instrucciones, confiesa Solís en un video que circula en las redes digitales. “Lo que me interesaba era el dinero”, dice el artista. Al negarse a acudir a la convocatoria policial, fue citado personalmente por un agente, a quien cubrió de groserías e insultos, magníficamente documentado en otro video en las redes digitales. Es por el delito de desacato que fue sancionado a ocho meses de cárcel, sin que presentara apelación. Otro artista, el líder del grupo, Luis Manuel Otero Alcántara, se especializa en realizar performances repugnantes y ofensivos con la bandera cubana y su cuerpo. Esa labor artística mereció el reconocimiento y la alternancia con su autor de Mara Tekas, anterior encargada de negocios de Estados Unidos en Cuba, cuyo sustituto, Timothy Zúñiga Brown, visitó a los huelguistas en tres ocasiones, quienes también recibieron trinos de apoyo del secretario de Estado Mike Pompeo, el subsecretario Michael Kozak, y de Tekas, ahora coordinadora de asuntos cubanos del Departamento de Estado. Y no podía faltar el apoyo del tránsfuga Luis Almagro, secretario de la desprestigiada OEA.
Los huelguistas fueron removidos del lugar donde se encontraban y llevados a sus domicilios por la autoridad sanitaria cubana, pues transgredieron gravemente las reglas de seguridad biológica emitidas durante la pandemia. El colmo habría sido que se les permitiera semejante delito. De eso y más hablaremos en la próxima entrega
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