Ya no podemos ver las cosas en blanco y negro, todo lo que ocurre en el país, en el mundo y con los seres humanos es mucho más complicado, reflexiona la escritora y ensayista Sara Sefchovich, quien retoma uno de sus personajes icónicos, Beatriz, que creó en Demasiado amor, y regresa en su nueva novela, Demasiado odio.
En la vida real han pasado 30 años entre ambos libros. En la ficción, han pasado cinco lustros. En el primero, Beatriz conoció al amor de su vida e hizo un trato con su hermana para crear una nueva vida en Italia. En el segundo es otra historia de amor, un amor diferente, otro contexto social, y tiene que rehacer de cierta manera la relación con su hermana.
Ahora Beatriz vive en un país y un mundo donde la violencia es normal, donde los personajes no se cuestionan si la vida antes era mejor, simplemente viven lo que les toca: ya la violencia en México, los atentados en Boston o el incendio en Notre Dame.
Realmente quise recoger lo que está pasando, expresa la socióloga en entrevista. “La literatura no puede ni quiere zafarse de lo que pasa. En el fondo de tu alma, esto es lo que tienes para decirle al mundo y con el fin de tener la esperanza de que sirva de algo; confío en los lectores para moverles el piso, para que pase algo y que en cada vuelta de página se sorprendan”.
Sí hay momentos pesimistas en esta nueva novela, publicada por Océano, “pero también otros en que dices: ‘tiene sentido la vida porque uno conoce gente, ama a personas, conoce lugares’. Quizá no son iguales a los que Beatriz conoció hace un cuarto de siglo, las historias de amor y los afectos no pueden ser como eran antes en el otro México, la relación con los jóvenes no puede ser la misma. Todo ese cambio no es pesimista, no lo vería como muchos acerca de un deterioro. ¿Deterioro respecto de qué? ¿De lo que uno vivió? Probablemente sí, pero para la gente que vive hoy esa es la normalidad. Me asustan muchas cosas de esa nueva normalidad y no me refiero a la de la pandemia, sino en general a la manera en que vivimos en el mundo, pero me doy cuenta de que eso es así y que la gente se adapta.
“Eso es lo que le quitaría: el pesimismo, y también la gran alegría, le quitaría esos dos extremos que se podían vivir hace muchos años y nos dejaría viviendo en un mundo en el que unos días es muy padre y otros días es muy horrible, unos días te da felicidad, o tristeza o culpa y arrepentimiento, y otros te permite conocer también tu parte malvada, que todos siempre tratamos de negar.”
En cada generación sobrevive el más apto
El México y el mundo que recorre Beatriz en esta novela simplemente es; no se habla de un pasado que fue mejor, los jóvenes ya nacieron en un mundo donde es normal tratar de cubrirse en una balacera y después ir al mercado. “Las madres aprenden a aceptar que el hijo les traiga dinero sin tener idea de dónde lo saca porque les beneficia y no van a hacer demasiadas preguntas.
“Creo que estas cosas siempre de algún modo existieron pero no lo teníamos como una cosa tan normal, más que normal tan sorprendente para nosotros, pero siempre ha existido quizá no en el grado que hoy o quizá sea porque hoy tenemos más información. El hecho es que vivimos todos los días como podemos vivir y la gente que nace en esto ya cree que así es la normalidad. Todo el mundo acepta muy tranquilamente que esa es la vida.”
Independientemente de este retrato de un contexto social complicado, Demasiado odio también es una historia de amor.
“Es una historia de amor que es la que puede existir hoy, que no hubiera podido existir a lo mejor hace 25 años, que no es la historia de amor romántica que podía existir en otro momento histórico, pero que es una historia de gran amor por momentos es un amor maternal y en otros también un amor sexual, un amor del deseo de estar juntos de viajar y de ser capaz de sacrificarlo todo.
“Para mí lo más importante es lo que el amor puede hacer de ti como ser capaz de aceptar lo que sea porque amas a alguien y ese ‘lo que sea’ puede ser maravilloso… y puede ser terrible.”
–¿No fue doloroso hacer este recuento de lo que pasa tanto en el país como en el mundo?
–Ha sido terrible. Pasé los peores dos años, 750 veces me arrepentí de haber tomado la decisión de escribirla, pero no la podía sacar de mí. Volvía a ella y ya prácticamente a punto de entrar a imprenta le pedía a mi editorial, Océano, que son maravillosos, corregir o aumentar cosas.
“Todavía tengo esta novela dentro de mí. Me afecta muchísimo. Es algo muy duro porque cuando escribo ensayos pongo la cabeza, pero aquí puse la piel, la panza, y sí me afectó mucho y me sigue afectando. No puedo salirme todavía de ella y no puedo salirme porque ese es el México en el que vivo y ese es el mundo en el que vivo y los tengo adentro de la piel”.
Demasiado amor se presenta hoy en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara, que este año es virtual, a las 19 horas.