Guadalajara, Jal. “Parece mentira que en pleno 2020, en este mundo tal y como está, una deba agradecer que se le otorgue el premio Sor Juana Inés de la Cruz a una escritora trans, como si una tuviera que seguir pidiendo permiso, dando las gracias, diciendo perdón y perdón por cada paso dado”, dijo Camila Sosa Villada al recibir, de forma simbólica, el más importante de los galardones para escritoras que otorga la Feria Internacional del Libro (FIL) de Guadalajara.
El discurso de la premiada, lejos de mostrar soberbia, fue más bien de reivindicación, de señalar que entregar el premio a “esta escritora indecente” sienta un precedente al recibir una distinción así de importante e inaugura “la venganza de las travestis, por donde menos se lo esperaban que es a través de la palabra”.
“Todo esto me desorienta y es que el cuero se acostumbra a los castigos y los escupitajos. Es por eso que digo esta gratitud para con el jurado, que no se detuvo en el misterio de mi identidad y fue más allá y me dio lo que me correspondía”, agregó en el enlace realizado por la FIL y en el que también participaron los jurados Ana García Bergua, Ave Barrera y Daniel Centeno Maldonado.
La premiada por su novela Las malas, dedicó varios agradecimientos, el primero a su papá “Don Sosa que es la prueba viviente de que las personas sí cambian” y pueden traicionar la mala educación que les enseña a odiar a los travestis, y a su mamá Grace que “supo regalarme libros en cada celebración y gracias a ella, en la pobreza que vivíamos, nunca me faltó qué leer”.
“A los hombres que me rompieron el corazón y a los que me amaron, a quienes me potenciaron cuando la máquina trituradora picaba los papeles de mi escritura y a la persona que más se merece estas palabras y de la que no me quiero olvidar que soy yo misma, tu Camila, te lo mereces con cada partecita de tu anatomía rebosante de estrógeno, con cada acontecimiento que escribiste o escribieron en tu cuerpo y por el que pagaste y continúas pagando con la inocencia de tu antiguo nombre”.
Dijo tener muchas ganas de volver en el tiempo para decirle al niño que antes fue que lo hizo bien, que para disgusto “de los malignos estás aquí vivita y danzando sobre la línea azul de una noche que te pertenece y grita tu nombre para que nadie en el mundo se olvide”.
Sobre Las Malas, la escritora argentina nacida en Córdoba en 1982, dijo que se trata de un libro cómplice que anestesia la culpa de una sociedad que “pretendió mi cadáver y el de muchas y que aún lo pretende”.
“Es un libro que tapa una falta de la cultura y es cómplice porque no cuenta ni el 10 por ciento del horror que fue ser travesti hace 25 años, a esa edad, descolocada como una pantera en medio de la ciudad”.
Afirmó que lo escribió con dolor y resentimiento porque poder devolver una canción es la venganza, “contar los escombros de una vida y hacerlos palabras, vengarse a través de ellas”.
“Para que el libro deje de ser cómplice con el genocidio travesti preciso ser honesta con ustedes: soy una escritora incapaz de hablar esos años, lo que flotaba en el aire y no puedo describir todavía. Haber sido capaz del desprendimiento de una familia, de la justicia, de los convenios sociales como una salvaje, una salvaje con mucha curiosidad en un tiempo que como bien dice (Gustave) Flaubert, fue un tiempo sin dios, sin fe, sin creencias. Durante los años de exilio estuve sola con ese pensamiento”.
La también actriz de cine, teatro y televisión dijo que tiene conciencia absoluta de que vino a este mundo a escribir, convocada “cuando todo era noche y silencio”.
“Me dieron el lenguaje y salí a vivir, estuve a la intemperie, maestra en el arte de los trucos, maestra para ensombrecer los ojos, reina del engaño, sacerdotisa de los escondites y las salidas por cualquier rajadura, la que iluminó por las rendijas el paso lento de una escritora que vino a contar su propio cuerpo, no a ser fiel a la memoria”, describió.
La premiada también dijo que no han sido las sociedades quienes han mejorado en cuanto a la tolerancia hacia las travestis, sino que han sido estas las que han mejorado, han comenzado a hablar entre ellas y a los demás, haciendo valer sus derechos humanos.
“Nosotras desde que somos niñas somos amenazadas con que vamos a morir, con que nos van a matar. Y eso se cumple, somos pocas las que pasamos los 35 años. Hoy hacemos lo que hacemos por quienes vienen”, dijo.
Explicó que su libro se llama Las Malas porque lo escribió porque históricamente las malas han sido las mujeres que se atreven a hacer algo por sí mismas.
El Premio de Literatura Sor Juana Inés fue concebido y bautizado por la nicaragüense Milagros Palma como un reconocimiento -dotado con diez mil dólares- para la autora de una novela publicada en español.
Hasta ahora lo han ganado María Gainza (2019), Clara Usón (2018), Nona Fernández, (2017), Marina Perezagua (2016), Perla Suez (2015), Inés Fernández Moreno (2014), Ana García Bergua (2013), Lina Meruane (2012), Almudena Grandes (2011), Claudia Piñeiro (2010), Cristina Rivera Garza (2001 y 2009), Gioconda Belli (2008).
También Tununa Mercado (2007), Claudia Amengual (2006), Paloma Villegas (2005), Cristina Sánchez-Andrade (2004), Margo Glantz (2003), Ana Gloria Moya (2002), Sylvia Iparraguirre (1999), Silvia Molina (1998), Laura Restrepo (1997), Elena Garro (1996), Tatiana Lobo (1995), Marcela Serrano (1994) y Angelina Muñiz-Huberman (1993).