Ciudad de México. El tener un arma de fuego en el hogar aumenta en 41 por ciento el riesgo de que algún integrante de la familia sea asesinado, pero este porcentaje se triplica para el caso de las mujeres, destacó Nadine Gasman, presidenta del Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres), con base en un informe de la Universidad de California, Estados Unidos.
Añadió que cuando se trata de un hogar en el que además hay violencia doméstica, el riesgo se dispara hasta un 500 por ciento. En sentido, llamó a las instancias de procuración de justicia del país a seguir capacitando a su personal en este tema.
“Es importante que identifiquen los riesgos que implica para las mujeres y su contexto la existencia de armas de fuego y los antecedentes de violencia doméstica. Si una mujer denuncia violencia y reporta que hay armas en su casa, debe existir una respuesta inmediata para darle opciones que garanticen su seguridad y la de su familia”, dijo.
En el conversatorio virtual El control de armas de fuego para reducir la violencia contra las mujeres, Magda Coss, encargada de relaciones internacionales en Inmujeres, destacó que en México, de los 10 asesinatos de féminas que se registran al día, seis son cometidos con dispositivos de este tipo.
Por su parte, Estefanía Vela, directora de la organización Intersecta, indicó que entre 2007 y 2019 la tasa de homicidios con arma de fuego en varones aumentó 328 por ciento, mientras que en mujeres fue de 375 por ciento. Y en particular lo que ha incrementado son los asesinatos con estos instrumentos en la vía pública.
Coss mencionó que la tendencia de muertes violentas con armas de fuego se incrementó a partir del 2007 cuando también aumentó “y de hecho se duplicó, el gasto militar destinado a la adquisición” de estos dispostivos.
Agregó que en general “suponemos que las armas vienen por el contrabando y tráfico de los grandes grupos del crimen organizado, pero hay una importante presencia de éstas en las comunidades que llegan por el desvío de las armas que originalmente se transfieren legalmente a las fuerzas de seguridad, al Ejército, las policías y la seguridad privada o que quieren comprar los civiles”.
En su turno, Mélanie Régimbal, directora del Centro Regional de la ONU para la Paz, el Desarme y el Desarrollo en América Latina y el Caribe (UNLIREC), señaló que en algunos países de la región gran parte de los feminicidios se cometen con armas de fuego, pero muchos de ellos no se registran correctamente por lo que “no se visibilizan lo suficiente para poder dimensionar el impacto que la violencia armada tiene sobre las mujeres”.
Agregó que en “el ámbito público y privado, en los hogares, entre las parejas la presencia de armas de fuego eleva los niveles de violencia y los riesgos que actos como amenazas, coerción, acoso o violencia física y sexual sean cometidos por sus abusadores. Y en tiempos de pandemia esto no ha más que aumentado”.