En su mensaje en Palacio Nacional, al cumplir dos años en el poder e iniciar el segundo tercio de su mandato, el presidente Andrés Manuel López Obrador mantuvo en alto su narrativa de buen gobierno, incluso en los temas delicados de la pandemia y la economía, se moderó en cuanto a la seguridad pública y la incidencia delictiva, y llegó a asegurar que, conforme a sus propios datos, 71 por ciento de la población desea que él siga en el timón nacional.
La ceremonia, realizada frente a decenas de invitados a causa de las restricciones relacionadas con el Covid-19, fue inusitadamente breve y la velocidad de lectura fue igualmente extraordinaria. Un análisis simple podría quedarse en la idea de que el discurso de este martes fue un reciclamiento de los dichos de las conferencias mañaneras de prensa. Pero la actitud, el tono e incluso la concreción de los mensajes pareciera el dictado de los temas de campaña del obradorismo para 2021, con un jefe político deseoso de mostrarse suelto y victorioso en la medida de las circunstancias.
Como era de suponerse, el tono de optimismo casi electoral del presidente de la República generó desde críticas hasta algo parecido a la indignación en los sectores que le son opositores. Los temas deficitarios serían los mismos que el propio tabasqueño había señalado desde días atrás: la pandemia y sus consecuencias, en primer lugar; los problemas económicos agudizados por tal crisis sanitaria y la inseguridad pública y los altos índices de violencia en todo el país.
Como se apuntó aquí en anterior entrega, la preponderancia del poder militar sigue de manifiesto. En el acto político de este martes hubo especial reconocimiento para las fuerzas armadas que, según dijo el Presidente, “ están inaugurando una etapa nueva en su función de servicio a México”. Ello lo dijo luego de mencionar que, aparte de cumplir con sus funciones tradicionales, y abarcar ahora las de seguridad pública, hoy se han expandido “a la ejecución de obras en beneficio de nuestro pueblo: dragan ríos, limpian playas, construyen canales, aeropuertos, sucursales del Banco del Bienestar, administran puertos, vigilan aduanas y cultivan en viveros millones de árboles para sembrar parcelas comunales, ejidales y pequeñas propiedades”. ¡Vaya!
Este lunes se publicó en exclusiva un tema titulado en los sumarios de la columna como “Ironía de boda en Malinalco” (https://bit.ly/36sNBhy), en la que se dio cuenta de algunos detalles de “una peculiar fiesta en la que participaron unos 200 invitados. El motivo de la reunión, en tiempos que demandan precauciones al máximo por el Covid-19, fue la boda de la hija de Pablo González Guajardo, director general de Kimberly Clark, hijo de Claudio X. González Laporte y hermano de Claudio X. González Guajardo”.
A la hora de redactar esa entrega se tenían versiones, pero no confirmación, de que los mencionados Claudios también habían estado en dicha celebración. Ayer tal especie quedó confirmada con videos y fotografías, también exclusivas (disponibles en https://bit.ly/37r5GvF), en las que se ve en la fiesta de boda al histórico accionista de Kimberly Clark México y a su hijo, impulsor de Mexicanos Primero, Mexicanos contra la Corrupción y la Impunidad (MCCI) y Sí por México.
Aun cuando el festejo tuvo un obvio carácter privado, el tema adquiere connotaciones de interés público en cuanto en ese ámbito empresarial y mediático se han sostenido posiciones críticas respecto a las políticas gubernamentales frente a la pandemia y, en ocasiones celebratorias como la mencionada, desoyen las recomendaciones de especialistas para evitar contagios y muertes por Covid-19.
Resulta incongruente culpar al gobierno por los males sanitarios y, al mismo tiempo, incumplir los cuidados básicos. Y, mientras el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell, anuncia que antes de terminar el año podría comenzar una fase de vacunación contra el Covid-19, ¡hasta mañana!
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