La espera para saber si Concepción Meneses padecía o no de Covid-19 duró más de una hora. La mujer, de 63 años, permaneció en la fila del kiosco de la salud en el mercado de Río Blanco, cubierta con ropa de pies a cabeza, estornudando de vez en cuando y con la esperanza de ser un caso negativo.
A la mitad de la fila, cuando llevaba 45 minutos bajo el sol, decidió marcarle por teléfono a su esposo, quien permanecía enfermo en casa, para informarle que había llegado otro paquete de 150 pruebas y sí podría aplicarse el examen.
Cada cierto tiempo, doña Concepción echaba un vistazo al interior de la carpa blanca, la curiosidad provocó que su mirada permaneciera fija en un hombre que escuchaba con preocupación el mensaje de su interlocutor, un joven vestido con un overol azul. El señor, de unos 50 años, caminó unos pasos hacia otro apartado de la carpa y ahí le aplicaron la segunda prueba.
El personal de apoyo y asistencia explicó la escena que miró Concepción: “Si la prueba rápida sale positiva, se aplica una segunda prueba, la PCR, los resultados tardarán en llegar 10 días”.
Quienes terminan el proceso salen con ojos llorosos, pues un hisopo de unos 10 centímetros de largo acaba de ser introducido en lo más profundo de sus fosas nasales.
¿Y la cura? Solo hay una: “Permanezca en casa. Si tiene falta de aire, acuda a un hospital”, aquellos sitios que, después de varias semanas, vuelven a estar saturados con enfermos de coronavirus.
La suerte de los esposos Meneses, que lograron hacerse la prueba, no la tuvieron quienes acudieron al kiosco de la salud en la explanada de Benito Juárez, que cerró a las 14 horas porque las 200 fichas –una por cada prueba–, se asignaron desde las 8 de la mañana.
Las personas, un tanto molestas por salir en vano de sus casas, se fueron una tras otra luego de escuchar la misma respuesta de las dos mujeres vestidas con chaleco verde, el distintivo del Gobierno de la Ciudad de México. Los interesados fueron invitados a regresar al día siguiente, eso sí, “muy temprano” para alcanzar cupo, advirtieron.
En el kiosco ubicado en el Monumento a Lázaro Cárdenas, más de 50 personas esperaron la llegada de más pruebas de Covid-19.
Los trabajadores estuvieron desde las 8 de la mañana y para las 13 horas ya habían concluido con la aplicación de 200 pruebas; sin embargo, estaban en espera de otro paquete de 150 para atender a hombres y mujeres que, parados en fila o sentados en las bancas del parque, esperaban ansiosos de saber si son positivos o negativos al virus que ha provocado la muerte a más de un millón de personas en el mundo.
Si bien algunos kioscos concluyen labores a diferentes horas, en todos se informa a la ciudadanía que serán atendidos ya sea más tarde o al otro día. A diferencia de los hospitales, cuyo cupo es limitado, entre estos sitios no hay peregrinar de personas en busca de aplicarse una prueba gratuita de Covid.