Teherán. Fueron sepultados ayer en Irán los restos del científico Mohsen Fakhrizadeh, asesinado en un ataque atribuido a Israel, en un funeral digno de los más grandes mártires de la república islámica, al tiempo que Rusia y China condenaron el atentado.
Los funerales del director del programa nuclear de la república islámica comenzaron en el ministerio de Defensa. Un público limitado, compuesto principalmente de militares, asistió a la ceremonia en sillas alineadas al aire libre en respeto a las medidas sanitarias para prevenir contagios de Covid-19.
“Si nuestros enemigos no hubieran cometido este vil crimen y derramado la sangre de nuestro querido mártir, habría permanecido desconocido”, indicó el ministro de Defensa, general Amir Hatami, quien no pudo contener las lágrimas junto a los restos del físico nuclear.
Un alto funcionario de Teherán acusó de estar implicados en el asesinato a Israel y a los Mujaidines del Pueblo, organización iraní en el exilio que busca derrocar al gobierno de la república islámica y cuya última gran reunión en París, en 2017, contó con la participación del halcón estadunidense y ex titular del Consejo de Seguridad Nacional estadunidense John Bolton, así como Rudolph Giuliani, abogado y amigo del saliente presidente Donald Trump.
“Fue una operación compleja”, declaró el almirante Alí Shamkhani, secretario del Consejo Supremo de Seguridad Nacional. “No había nadie en el lugar del asesinato”.
Medio iraníes informaron que se recuperó un arma en el lugar del ataque “con el logotipo y las especificaciones de la industria militar israelí”.
El canal en árabe Al-Alam detalló que las armas utilizadas fueron “controladas por satélite”, aunque no proporcionó pruebas para respaldar las afirmaciones.
Israel hasta ahora no ha comentado sobre el ataque.
Reportes previos señalaron que los atacantes primero dispararon contra el vehículo de Fakhrizadeh y luego hicieron detonar un automóvil Nissan en la aldea de Absard, 60 kilómetros al noreste de Teherán. El científico murió en el hospital el viernes por la tarde.
Los restos de Fakhrizadeh fueron honrados el fin de semana en dos de los principales lugares sagrados chiítas de Irán (Mashhad y Qom), antes de ser llevados al mausoleo del imán Jomeini, en la capital, como se hizo en enero con el general iraní Qasem Soleimani, abatido en un ataque de Estados Unidos en Irak.
El ataúd del científico fue enterrado en Imamzadeh-Saleh, importante santuario chiíta en el norte de Teherán, donde están sepultados otros dos científicos asesinados en 2010 y 2011.
Tras la muerte de Fakhrizadeh, el general Hatami reveló que el científico nuclear era uno de sus viceministros y jefe del Departamento de Investigación e Innovación en materia de defensa, y destacó que hizo una “labor considerable” en el ámbito de la “defensa antiatómica”.
Desde el anuncio de la victoria de Joe Biden en las elecciones presidenciales estadunidenses, el presidente Hassan Rohani ha multiplicado las señales de apertura que muestran su voluntad de salvar lo que se pueda del acuerdo nuclear que Trump abandonó en 2018.
Este pacto internacional ofrece a Teherán flexibilizar las sanciones internacionales a cambio de garantías, verificadas por la Agencia Internacional de Energía Atómica, que atestigüen el carácter pacífico de su programa nuclear.
La cancillería rusa condenó el asesinato y señaló que el responsable “debe rendir cuentas”. El Ministerio del Exterior de China se pronunció en similares términos y abogó por evitar cualquier acto que incremente las tensiones en Medio Oriente.