Rony solo habla el idioma miskito pero su pena puede ser entendida en cualquier lengua. Su pequeña aldea en Nicaragua fue inundada por el huracán Eta y, cuando todavía no se recuperaba del embate, llegó Iota. Ahora se prepara para reconstruir allí mismo. Perdió "todo" lo que tenía, al igual que el resto de comunitarios de Haulover, una aldea con más de mil habitantes dedicados a la pesca y al cultivo de musáceas. Sus esperanzas de recuperación aún están empantanadas en el barro que se formó tras las intensas lluvias, y que acabó con el pueblo. Los dos meteoros dejaron al menos 200 muertos en Centroamérica, varios desaparecidos y millonarias pérdidas. La evacuación de Haulover y otras comunidades costeras evitó que los ciclones causaran muertos en esta región del Caribe, la más pobre de Nicaragua, donde los indígenas miskitos, mayangnas, afrodescendientes y mestizos sobreviven de los frutos de la naturaleza y el comercio.