Sea en materia de catástrofe bioclimática planetaria, de juicios por corrupción, de oposición del cabildo petrolero a transparentar los registros de extracción de crudo, gas o minerales, o en relación a Shell, de complicidad en sonados casos de corrupción y masivas violaciones a los derechos humanos, las empresas a las que la Comisión Nacional de Hidrocarburos (CNH) asignó los 19 contratos en la cuarta licitación petrolera ( La Jornada, 1/2/2018) ameritan nuestra atención.
Ello por abarcar yacimientos en aguas profundas y ultraprofundas del Golfo de México, recordando que la anglo-holandesa Shell arrasó con nueve contratos de los 19 subastados, pese a acusaciones de alta corrupción en torno a uno de los mayores yacimientos petroleros de África.
Aún más grave: se le acusa de presunta complicidad en brutales violaciones a los derechos humanos en Nigeria, según acusación de las viudas de los nueve de Ogoni, quienes se manifestaron junto a cientos de miles contra la devastación de las petroleras en Nigeria. (Ver Joan Martinez Alier “Ecocidio en el delta del Níger”, La Jornada (2/4/2013). Sobre Shell ha sido amplia la atención de la prensa mundial de Londres, Nueva York y México y de organismos como Amnistía Internacional sobre los referidos y otros sonados sucesos que se dieron a conocer y que nos llevan a cuestionar la confiabilidad de la petrolera.
Por ejemplo Ben Chaman ( The Independent, 11/4/2017) publicó que “altos ejecutivos de Shell sabían”, durante las negociaciones sobre un gran yacimiento africano localizado en Nigeria, “que lo que pagaban como parte de un contrato de 1.3 mil millones de dólares (mmdd) caería en manos de un convicto por lavado de dinero que, como ministro del Petróleo de Nigeria, entregó ese bien nacional a su propia compañía”. El yacimiento, entonces el mayor de África, se estimó en 9 mil millones de barriles, valorado en ¡500 mmdd! Se indica que “correos electrónicos vistos por The Independent y reportados por grupos anticorrupción, entre ellos Global Witness y Finance Uncovered, muestran que los jefes de la mayor empresa del Reino Unido y la quinta del mundo “sabían que cientos de millones de dólares podrían fluir de un ex ministro a un ex presidente y otras figuras políticas”. Con la confiabilidad de Shell por los suelos, resultan inexplicables e inadmisibles las decisiones de la CNH. Debo asumir que los de la comisión, en la agonía de los últimos meses del gobierno de Peña Nieto, o no sabían del tema o estaban al tanto y no les importó; tal vez, en tiempos de clausura de una torcida presidencia, estaban muy impresionados por los 92 mmdd de esa “ronda” o por el depósito de 500 millones de dólares de anticipo de los concursantes. Lo que sabemos, en firme, es que la cúpula de Shell estaba al tanto del gran soborno y lavado que despojó al pueblo de Nigeria de un gran yacimiento. Existen otros asuntos, como el impacto catastrófico, devastador, del colapso bioclimático y de aumento de los niveles de los océanos por los gases de efecto invernadero de los combustibles fósiles. Como Exxon, Chevron y el resto de la industria pública o privada “Shell knew” (Shell sabía) del grave y creciente riesgo del diseño de su negocio. Es asunto conocido y reconocido por Ben van Beurden, gerente general o CEO de Shell. En entrevista con Jordan Worland de Time (16/1/20) sobre los impactos del cambio climático”, respondió: “ Yea, we knew” (sí, lo sabíamos) y agregó “ Todo mundo (en la industria) lo sabía. Pero de alguna manera lo ignoramos. Ahora las compañías de combustibles deben hacer algo sobre el cambio climático” ( ibid). El problema es que ese “algo” no aparece por ninguna esquina o rincón del big oil cuya cúpula fue informada por Edward Teller mediante su reflexión titulada El futuro del petróleo, expresada en la celebración del primer centenario de esa industria realizada en el posgrado de negocios de Columbia University, en Nueva York en 1959. Teller advirtió sobre los graves riesgos de calentamiento planetario por las emisiones del dióxido de carbono (CO2) y advirtió que en los años 1990 podría llegar a cerca de 360 partes de CO2 por millón de partículas ppmp) en la atmósfera. Hoy, en 2020 ya estamos en 420 ppmp. En relación a la entrevista del CEO de Shell, ya The Independent de Londres, (27/10/2017), denunció que BP y Shell contemplaron un programa de negocios con un calentamiento planetario ¡de entre 3 y 5 grados! una magna catastrofe, pese a que ambas firmas apoyaron el acuerdo climático de París (ACP) menor a 2; es decir de 1.5 grados. En público, Shell menciona compromisos con el ACP; en privado, contempla aumentos de calentamiento y humedad que sobrepasan la resistencia del cuerpo humano esperada por los climatólogos en los años 2050. Esos niveles ya se detectan tres décadas antes.
Coda: La información no la ofreció Shell para transparentarse, sino ShareAction, un grupo de sus inversionistas.
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