uando la cuestión de los aranceles cobra amplio destaque, la cultura hegemónica estima que será China la que consiga derrotar a los Estados Unidos de Donald Trump, ya que estaría en mejores condiciones económicas, sociales, políticas y tecnológicas para suplantar su hegemonía dando paso a un mundo multipolar. Todo el análisis queda centrado en las características personales de Trump, y en lo que está haciendo China para contrarrestarlo. Los pueblos, los verdaderos protagonistas, quedan en la sombra.
La creciente militarización de sociedades como la estadunidense es la respuesta al crecimiento de la acción colectiva, que está forzando a todo el espectro político a hacerse cada vez más ultraderechista y hacer de la represión su principal argumento. Los de arriba tienen muy claro, porque es una constante en la historia, que los imperios caen desde dentro, por las resistencias activas o pasivas de los pueblos.
Un reciente artículo en The Guardian, titulado EU intensifica la represión contra las protestas pacíficas bajo el mandato de Trump
, del pasado 9 de abril, aborda el tema con rigor. Llama la atención que haya sido escrito por Katharine Viner, editora jefa del periódico, algo que no es habitual y que denota la importancia concedida al tema.
Comienza diciendo que en los primeros cuatro meses de este año, se han presentado 41 proyectos de ley contra las protestas en 22 estados, en comparación con un total de 52 en 2024 y 26 en 2023, según el rastreador del Centro Internacional para el Derecho sin Fines de Lucro. Según la autora, se trata de castigos penales contra protestas pacíficas protegidas por la Constitución, dirigidas contra estudiantes universitarios, manifestantes contra la guerra y activistas climáticos con duras penas de prisión y fuertes multas, una represión que los expertos advierten que amenaza con erosionar los derechos de la primera enmienda a la libertad de expresión, reunión y petición
(https://goo.su/QPKb9).
Destaca además la Ley de Transporte Seguro y Protegido de Energía Estadunidense, que crea un nuevo delito aplicable a las protestas que interrumpan gasoductos planificados u operativos, lo que se castigaría con hasta 20 años de prisión y multas de hasta 250 mil dólares para individuos o 500 mil dólares para organizaciones
. Esta legislación represiva dio un salto importante desde las protestas contra el oleoducto en el territorio indígena de Standing Rock, en Dakota del Norte, lideradas por pueblos originarios en 2016.
La editora de The Guardian sostiene que las nuevas disposiciones buscan disuadir a la gente de alzar la voz, además de ser increíblemente represivas
. Los legisladores suelen responder con más y más proyectos de ley represivos cada vez que un movimiento gana las calles. En 2021, se presentaron 92 proyectos de ley en 35 estados en respuesta al levantamiento social provocado por el asesinato de George Floyd a manos de agentes de policía en Mineápolis, Minnesota
.
Jenna Leventoff, de la Unión Estadunidense por las Libertades Civiles (ACLU), sostiene que la serie de leyes antiprotestas tienen como objetivo asustar a la gente y disuadirla de protestar o, peor aún, criminalizar el ejercicio de los derechos constitucionales
. Citado por Viner, David Armiak, director de investigación del Centro para los Medios y la Democracia, argumenta: “La gran cantidad y variedad de proyectos de ley antiprotestas presentados en sólo tres meses, en combinación con la revocación de visas de estudiantes y la desaparición de manifestantes estudiantiles por parte de la administración del autoproclamado ‘presidente de la ley y el orden’, indica un movimiento hacia el fascismo”.
Naomi Klein y Astra Taylor el pasado domingo en el mismo medio, sostienen que debemos reconocer que no nos enfrentamos a adversarios que ya conocemos. Nos enfrentamos al fascismo del fin de los tiempos
. En el artículo El ascenso del fascismo del fin de los tiempos
(https://goo.su/2AN7T), sostienen que estos movimientos de extrema derecha carecen de una visión creíble para un futuro esperanzador
, a diferencia del fascismo clásico.
Para los de arriba el colapso es una suerte de regulación
de la humanidad. El trumpista Steve Bannon, asegura que el mundo se está yendo al infierno, porque los infieles están rompiendo los muros de contención
. Por eso se atrincheran en búnkers y hasta sueñan con huir a Marte, como el propio Elon Musk. En esas están, militarizando, reprimiendo y construyendo sus mundos sin pobres ni personas del color de la tierra.
Si alguien puede derrotar a la extrema derecha en todo el mundo no será China. Así como debemos comprender que la ultraderecha que arrasa el mundo es una reacción al caminar de los pueblos y al colapso en curso, también debemos aceptar que sólo los pueblos y los colectivos organizados pueden frenarlos. Saber que lo que hacen es porque nos temen, debería darnos coraje en tiempos tan duros. No debemos distraernos en mirar caudillos.