
Domingo 13 de abril de 2025, p. 13
Washington. En medio de una guerra comercial con China que ha provocado pánico en los mercados financieros, Estados Unidos moderó su postura al eximir a los teléfonos inteligentes, computadoras y otros aparatos electrónicos de los aranceles masivos impuestos por el presidente Donald Trump.
Según una disposición del Servicio de Aduanas difundida el viernes por la noche, estas exenciones se aplican en particular a los dispositivos electrónicos importados desde China, cuyos productos enfrentan gravámenes de 145 por ciento a su entrada en Estados Unidos.
Los semiconductores estarán libres también del impuesto aduanero de 10 por ciento que la primera potencia económica aplica a la mayoría de bienes independientemente del país de procedencia.
Esta medida beneficiará, principalmente, a gigantes tecnológicos como Apple –empresa que fabrica su iPhone y otros productos estrella en China– así como a Dell o Nvidia.
De acuerdo con datos del gobierno chino, Estados Unidos absorbe 16.4 por ciento de las exportaciones totales chinas, en el marco de un intercambio de alrededor de 500 mil millones de dólares ampliamente favorable a Pekín.
Este cambio de rumbo de Estados Unidos es la mejor noticia posible para los inversores del sector tecnológico
, consideró Daniel Ives, analista financiero de Wedbush Securities. Sin estas exenciones, la industria tecnológica estadunidense habría retrocedido 10 años y la revolución de la inteligencia artificial se habría ralentizado considerablemente
.
Por su parte, el economista Nouriel Roubini lamentó que las exenciones se limitan a productos de alta gama y no incluyen a otros que consume la mayor parte de la población. Los iPhones caros y otros productos electrónicos de alta gama, adquiridos principalmente por la gente adinerada, están exentos; pero 80 por ciento de los bienes de consumo chinos baratos y de buena calidad, adquiridos por su base obrera en tiendas de dólar, Walmart, Costco y otras tiendas de bajo precio, se ven afectados por un arancel de 145 por ciento
, señaló el también profesor emérito de la Universidad de Nueva York.
Afirmó que es el impuesto más regresivo de la historia de Estados Unidos
y perjudica a la clase trabajadora, a la que el presidente Donald Trump pretende ayudar, además que no provoca la repatriación de empleos en productos que dejamos de producir en Estados Unidos en la década de 1960, ni de los productos tecnológicos que queremos repatriar y que ahora estamos eximiendo de aranceles para no molestar a muchos consumidores estadunidenses y para no perjudicar las ganancias de Apple y de las demás empresas tecnológicas
, subrayó el economista, reconocido como el que advirtió que el problema de las hipotecas impagables desencadenaría la crisis financiera que estalló en 2008.
Tras el anuncio, la portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, insistió este sábado en que las empresas en cuestión estaban, no obstante, trabajando
para trasladar su producción a Estados Unidos lo antes posible.