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¿La fiesta en paz?

Entre la tauromaquia y la inmoralidad o las agudas reflexiones de un filósofo, no de un diputado

C

omparto algunos conceptos del maestro Manuel Alberto Apáez Téllez de su texto Entre la tauromaquia y la inmoralidad: La tauromaquia, uno de los espectáculos más antiguos de la humanidad, siempre ha sido causa de polémica y rechazo. En la actualidad grupos representantes de una nueva generación de derechos, los animales, han ido incrementándose paulatinamente, sin embargo, pocos comprenden por dónde va la discusión: argumentan contra su condición artística, cultural o deportiva, cuando el problema nace de la filosofía moral, del lenguaje y de la mente; su solución, por supuesto, no tiene por qué limitarse a estas disciplinas. Así pues, el objetivo de esta nota es indicar dos argumentos inválidos de los antitaurinos, y señalar en qué aspectos deberían prestar más atención. El juego entre la tauromaquia y la inmoralidad, debe jugarse con las siguientes cartas.

“Primer argumento inválido de los antitaurinos: La tauromaquia no es un arte, sino un asesinato. El término ‘asesinato’ está plagado de connotaciones inmorales, de aquí que la tauromaquia no sea un arte porque es inmoral; pero el objeto del arte no es el bien, sino la belleza: algo puede ser perfectamente bello, aun cuando sea moralmente reprobable, y otro algo puede resultar nada bello, pero ser moralmente aceptable. Quienes sostienen este argumento entrecruzan dos usos particulares del lenguaje: el ético y el estético; y es incorrecto juzgar uno desde los criterios del otro, y al revés.

“Segundo argumento inválido de los antitaurinos: La tauromaquia noes cultura. Dicho de la manera más breve, cultura es todo aquello que el hombreha creado; cualquier intervención suya sobre el curso natural de las cosas. Consecuentemente, cultura abarca desde la primera vez que el ser humano empleó un hueso como herramienta, hasta el último tornillo puesto en un cohete. Quienes sostienen este argumento identifican ‘cultura’ con ‘moralmente aceptable’, pero esto es equivocado. La tauromaquia es cultura porque pertenece al itinerario histórico que la razón humana ha trazado.

“Una definición mínima de ‘derecho’ debe contener, explícitamente o no, el término ‘obligación’. Los términos derecho y obligación se exigen mutuamente. Cuando digo que los animales tienen derechos, quiero decir que también tienen obligaciones. Cuando digo que ‘el toro sufre’ le atribuyo estados mentales; pero éstos son esencialmente lingüísticos; por lo que cuando digo que ‘el toro sufre’, supongo que hace uso de abstracciones; nuevamente estoy racionalizando al animal, reconstruyéndolo como un ser humano.

“Para el juego entre la tauromaquia y la inmoralidad existen tres posibles jugadas: o decimos con algunos antitaurinos que ‘el toro sufre’, lo que implica atribuirle estados mentales y por ende,la racionalización del animal que por definición es irracional; creer que siente como nosotros, en fin, humanizarlo; o decimos con los protaurinos que el toro no es más que una compleja máquina orgánica –que por cierto ignora su existencia–, que reacciona a diversidad de estímulos; o nos preguntamos hasta qué grado podemos hacer partícipes a los toros y demás animales no racionales del lenguaje normativo –hacerlos sujetos de derecho–, y de mentalidad, en virtud de lo que pareciera ser que se alegran, enfurecen, entristecen y hasta sueñan, sin llegar por supuesto a humanizarlos. La respuesta que silencie la polémica del juego debe ser convincente y pragmática, de lo contrario terminaremos asignando derechos y sentimientos a rocas y estrellas”, concluye el maestro Apáez Téllez.