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Toros

Última corrida de aniversario

Aciertos y pinchazos con antojadizo cartel femenino en la Plaza México
 
Periódico La Jornada
Lunes 10 de marzo de 2025, p. a37

¿Se imaginarán los protectores de animales la historia de la humanidad sin el caballo? Y el colmo de la crueldad: ¿sin los millones de caballos muertos, heridos, maltratados y comidos? Pero este proteccionismo no sabe de historia, sólo de apurados igualamientos absurdos de especies, como si la naturaleza hubiera carecido de orden hasta la aparición de los animalistas.

¿Y cuál habría sido el derrotero de las sociedades humanas si la igualdad entre hombres y mujeres, la equidad y paridad de género, se hubiesen establecido en el siglo cuarto, en el XV o en el XIX? ¿Menos yerros y más aciertos? ¿Más amor y menos odios? ¿Menos población y más justicia? A saber, pero más vale tarde que nunca para estos anhelos de un mayor equilibrio entre las personas.

Por lo que toca a la fiesta de los toros, si ésta ha sido particularmente injusta con los varones, imagínese con las mujeres, que a duras penas logran alternar entre ellas y ocasionalmente con diestros de luces, lo que reduce sus posibilidades de posicionamiento. Más que un problema de valor o de fuerza, lo es de valoración y de visión por parte del empresariado. Son bastantes nombres femeninos los que el sistema ha desaprovechado, reduciendo de paso su oferta de espectáculo.

Paola San Román, cabeza y corazón

Partieron plaza la rejoneadora de novillos Stefanía, sin e, Uribe (21 festejos mixtos), la matadora queretana Paola San Román (10 años de alternativa y 39 tardes en ese lapso) y la originaria de Córdoba, España, Rocío Romero, que tras haberse doctorado hace año y medio y cortado dos orejas esa tarde, no había vuelto a ver un pitón, pero por poderosas razones vino a confirmar, sobre todo, que lo suyo no es la tauromaquia. ¿Por qué no trajeron a la colombiana Rocío Morelli, que hace un año cortó una oreja en la Plaza México?

Montando preciosos caballos de gran alzada, auténticos portaviones o ferraris de cuatro patas, Stefanía enfrentó dos novillos de Marrón, que si bien se apagaron pronto permitieron ver sus cualidades ecuestres y buen dominio escénico, más que su acierto con rejones y banderillas. Mejoró con su segundo, al que cambió de tercio con templado lucimiento, y volvió a fallar con la hoja de peral.

Paola San Román sabe torear y quiere destacar. No está a merced de los toros, sino de las empresas. Ante un lote de Campo Hermoso con pocas opciones demostró actitud y aptitudes. A su primero, mal picado, le hizo un quite por chicuelinas antiguas o navarras, rematadas con torera media, y con la muleta supo aguantar la incierta embestida del burel, concluyendo su labor con ceñidas manoletinas y un precioso farol invertido. Hizo el viaje en cuatro ocasiones y escuchó dos avisos.

Se superó San Román con el quinto, al que recibió con verónicas, llevó muy bien al caballo, tras el puyazo ejecutó suaves chicuelinas y, en despliegue de imaginación, dos bellos, sorpresivos remates a una mano. Inició su faena con muletazos por alto y sujetó la embestida para, a base de aguante y colocación, estructurar una maciza faena por ambos lados a otro burel con media embestida. Quizá por alargar la faena pinchó al primer viaje pero el público, emocionado con su entrega, premió a Paola con una ovacionada vuelta al ruedo. Ojalá los del taurineo aprovechen el enorme potencial de esta torera con cabeza y corazón.

En cambio, la cordobesa Rocío Romero, sin sitio ni actitud, desperdició a su primero, de clara y larga embestida, y apenas quiso ver al cierraplaza. Como dijo el clásico: ¿pero qué necesidad?