n nuestros cursos de Economía política de la energía y de la catástrofe climática, en mi Facultad de Economía de nuestra UNAM, sugiero a mis estudiantes ingresar al balance mundial de energía por cualquiera de sus cuatro entradas
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Sí, de izquierda a derecha, de derecha a izquierda, de arriba hacia abajo o de abajo hacia arriba, y profundizar en los múltiples aspectos que este notable instrumento permite.
¿Cuáles? El de los consensos sociales implícitos en este balance. La disponibilidad de recursos. La base tecnológica. Los costos –diferenciales, por cierto–, los precios y las tarifas. Los aspectos nocivos, como el de residuos y el de las emisiones de CO₂ equivalente. El de las desigualdades profundas en la propiedad y en el consumo de energéticos. Sin duda, también la dimensión geopolítica, entre otros aspectos.
¿Qué significa entonces ingresar por cualquiera de sus cuatro lados al balance mundial de energía? Por ejemplo –primera posibilidad–, de izquierda a derecha, iniciar por la disponibilidad de recursos, fósiles y no fósiles, iniciar con los hidrocarburos y el carbón.
En el caso del petróleo y del gas natural –de acuerdo con la Sociedad de Ingenieros Petroleros de Estados Unidos (https://www.spe.org)– distinguir recursos contingentes y prospectivos. Reservas (posibles, probables y probadas), saltar a producción y consumo y a almacenes e inventarios. Luego a su transformación en refinerías y beneficiadoras para pasar enseguida a su transporte hacia los diversos sectores de consumo final de energía, ya secundaria o a las generadoras de electricidad para transmitirse a los sectores de consumo final. Y eso para empezar.
Una segunda nos lleva a ingresar por el lado derecho: reconocer y estimar monto y estructura de consumo de acuerdo a los usos finales, ese maravilloso y controvertido mundo del que pocos datos se tienen.
Descubrir energía para iluminación, calentamiento de agua, cocción y conservación de alimentos, fuerza motriz útil y adaptación térmica de hogares, comercios y servicios. Asimismo, para bombeo de aguas potables, negras y de riego agrícola, así como para aplicaciones electrónicas y manejo, almacenamiento y envío de datos e información, entre otros usos.
Y de ahí, por cierto, regresar a los consumos sectoriales de energía secundaria, arribar a refinerías y beneficiadoras, ahora por el lado opuesto. Y llegar de nuevo al inicio izquierdo.
Maravilla de instrumento fundado en la termodinámica, pero también en la economía política y su crítica, a más que en la sociología y en la ciencia política.
Sí, no hay reposo para comprender no sólo la evolución de los recursos, sino para identificar transformaciones, pérdidas, usos propios, usos ilícitos, por decir lo menos. ¿Por qué no hay reposo? Porque la maravilla del cambio tecnológico obliga a revisar una y otra vez los diversos elementos del balance de energía, pero también la transformación de los hábitos sociales para cuidar la generación de elementos nocivos para la sociedad. Así como determinar los elementos remediales, lo que hoy fuerza a identificar no sólo las emisiones de carbono de los procesos de consumo, sino previos y posteriores, la famosa huella de carbono, pero en una perspectiva de análisis histórico de largo aliento, prospectivo, de larga duración. Polémico y controversial, pero también esperanzador.
Nos falta indicar el ingreso por las partes superior e inferior. Nos enfrentan, respectivamente, con el proceso integral de los fósiles –crudo, gas natural, carbón–, en sus diferentes calidades, o con el proceso también integral de los limpios: energía nuclear y renovables agua, sol y viento, además de vapor endógeno, fuerza motriz y térmica de corrientes marinas.
Y ahora –lo veremos– hidrógeno verde e hidrógeno azul. Sin olvidar biocombustibles y la leña, de extraordinaria relevancia en el mundo rural y en las zonas pobres y extremadamente pobres del desigual e injusto mundo energético.
Lo cierto es que hoy la producción de energía con esos recursos limpios sólo representa 18 por ciento del consumo final. Por eso la urgencia de una transición energética de largo aliento. La describiremos. De veras.