Opinión
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Isocronías

De fuego y agua

L

a magia de la lectura nos acerca a la realidad, en la que siempre estamos y de la que siempre estamos algo –mucho o poco, siempre algo– distantes.

La Universidad de Guadalajara ha producido dos libros con experiencias de escritores en torno a la lectura, Marca de fuego y Marca de agua, ambos coordinados por el poeta Jorge Souza Jauffred y el narrador Godofredo Olivares. Textos de, entre otros invitados (cito sin orden), Carmen Villoro, Silvia Eugenia Castillero, Patricia Velasco, Luis Armenta Malpica, Javier Ramírez, Rogelio Villarreal, Sara Velasco, Sara Poot, Laura Solórzano, Luis Vicente de Aguinaga, Francisco – Pancho– Madrigal, Raúl Bañuelos y Jorge Esquinca, que muestran una diversidad de abordajes al obligado tema.

Alrededor de 50 autores, los propios coordinadores incluidos, dan fe de su fe en la lectura, una afición que lo mismo nació en la frecuentación de historietas, periódicos y revistas, que al contacto con libros como Corazón: Diario de un niño, El Principito, alguna saga de Salgari, Tom Sawyer, Platero y yo, las aventuras de Tarzán, las narraciones de Julio Verne… hasta llegar a Ray Bradbury, Lovecraft, Dostoievsky, Rulfo, García Márquez, Sabines, Hemingway, etcétera.

Hay desde la presencia de un malogrado tío poeta como detonador de una ferviente vocación hasta quienes prefieren hablar de su propia escritura, e incluso una maestra, Sara Velasco, que permutaba horas de clase de sus alumnos por de lectura ad libitum en alguna biblioteca. También maestra era la madre de Sara Poot, quien cuenta una anécdota de infancia: “Mamá nos dice que no usemos el pronombre ‘yo’. Digo que no tengo hambre. Nachito mi hermano dice ‘ni yo’. Le reclamo que haya dicho ‘yo’; contesta que ‘ni modos que diga ni’”. A la profesora le da literalmente un ataque de risa.

Villoro, sobre Cortázar: Sus textos nos hacían percibir que había otra dimensión, otras, detrás de la experiencia inmediata, y que el mundo era curioso y grave, comprensible e incomprensible, real y fantástico a la vez, familiar y siniestro.

Los relatos y el trato de la Nana Carmen hicieron que Yolanda Zamora, conductora de programas radiofónicos culturales, mirara la realidad cotidiana ¡alerta al milagro!

Hablábamos de magia, pero es mejor el término milagro al referirnos a la lectura, y –cierto– hay que estar expectantes, decididos, preparados para su aparición, para su realización.