riesgo de repetir los lugares comunes, no puedo resistir meter mi cuchara en el tema de nuestras relaciones con el actual gobernante de Estados Unidos, sin duda uno de los más repugnantes entre muchos otros habidos asaz de la peor calaña.
Lo cierto es que si algunos no han resultado más dañinos se debe a que existen en el vecino país ciertos contrapesos que no dejan de matizar la estulticia. Sin embargo, nos encontramos ahora ante un caso extremo que justifica el surgimiento de serias dudas de que éste logre salirse por completo de madre y sus daños resulten de plano irreversibles.
No se trata aquí de echarle más leña a la hoguera hablando de lo que ya se ha dicho tanto del tal Trump, pero no está de más felicitarnos a nosotros mismos por la cohesión general que se ha conseguido en nuestro país, en aras de una cohesión en torno a nuestro gobierno legítimo y sustentado en una cauda de sufragios que nunca se había visto.
Es el caso de que, incluso, fuertes sectores de la oposición han dado unas muestras claras y contundentes de solidaridad y de recia mexicanidad.
Creo que no somos pocos quienes hemos sentido vibrar en nuestro interior aquello que hemos cantado todos miles de veces, habitualmente sin ponerle mucha atención: ¡Mexicanos al grito de guerra...!
Sin embargo, lamentablemente, no faltan los prietitos en el arroz
inspirados en sus fracasos y ansias frustradas, a la manera de aquellos próceres que fueron a Miramar a ofrecer el trono de México a Maximiliano de Habsburgo, a diferencia de lo que se dice de aquel general Miguel Negrete, activo en el bando conservador, quien, en vísperas de la batalla del 5 de mayo, se puso a las órdenes de Ignacio Zaragoza, argumentando que tenía patria antes que partido
.
No son pocos los mexicanos, es cierto, que ahora actúan a la sombra del mismo aserto y rumiando aquello de patria tus hijos te juran exhalar en tus aras su aliento, si el clarín con su bélico acento, los convoca a lidiar con valor
, que también hemos cantado tanto, con frecuencia sin reparar bien a bien.
Hijos de un priísta distinguido, de los buenos, ahora abocados a los sectores más conservadores de la sociedad, llevan y traen la idea de que la culpa de los desfiguros de Trump se debe a López Obrador.
El señor presidente de Estados Unidos es un orate. Ellos lo eligieron: su tan cacareado y cacarizo sistema democrático da lugar a una aberración de esta índole.
Allá ellos con sus cosas, pero que mexicanos, hipotéticamente de pura cepa, se pongan de su lado o pretendan sacar provecho de semejante orate nos permite suponer que se trata de unos verdaderos jijos de la trumpada
.
Lo bueno es que del otro lado
ya emergieron por doquier las protestas contra el presidente-delincuente
, el cual, según vaticinan los expertos acabará muy mal: en el tanque o como víctima de un magnicidio, pero de que va a hacerle daño a la humanidad, no cabe duda alguna.