Son sicópatas
, afirma el director del penal
Los reos del Cecot salvadoreño son vigilados las 24 horas, no reciben visitas, duermen en catres de acero sin colchón y apenas salen de su celda
Miércoles 29 de enero de 2025, p. 23
Tecoluca. Marvin Medrano, El Sayco, lleva tatuadas en su torso las siglas MS-13 de la Mara Salvatrucha. Purga 100 años por dos asesinatos en la megacárcel para pandilleros construida hace dos años en El Salvador por el gobierno del presidente Nayib Bukele.
Estamos en un penal de máxima seguridad en donde sabemos que ya no va a haber salida para nosotros
, afirma el hombre, de 41 años, quien dice estar arrepentido de su pasado violento.
Bukele inauguró en enero de 2023 el Centro de Confinamiento del Terrorismo (Cecot), la cárcel más grande de América Latina, en las afueras de Tecoluca, 75 kilómetros al sureste de San Salvador.
La prisión, rodeada de enormes muros de concreto, tiene capacidad para 40 mil reclusos; actualmente hay unos 15 mil de las pandillas MS-13 y Barrio 18, precisó su director, Belarmino García, detenidos bajo un régimen de excepción impuesto por Bukele tras una escalada de violencia de 87 asesinatos en tres días, en marzo de 2022.
Más de 83 mil personas fueron arrestadas –de las cuales 8 mil fueron liberadas al comprobar su inocencia– bajo ese régimen fuertemente criticado por organismos humanitarios porque permite arrestos sin orden judicial y limita derechos del debido proceso.
Medrano comenzó como pandillero en Estados Unidos, cuando tenía entre 11 y 12 años. En su espalda están tatuadas las letras CCS (Crazy Criminals Salvatruchos).
Tenía tres años cuando fue llevado por familiares a Estados Unidos, y allá vivió hasta 2001, cuando regresó a su país natal y formó una célula de la MS-13. Me vine huyendo, porque quise quitarle la vida a un ser humano allá
, confiesa.
Hoy, Medrano dice lamentar sus malas decisiones
, sobre todo al recordar que tiene un hijo, cuya edad no precisó, que dice no quiere que siga sus pasos.
En el Cecot, los pandilleros son sometidos a un riguroso encierro, vigilados las 24 horas del día con cámaras y guardias (mil agentes penitenciarios, 600 soldados y 250 policías) no tienen posibilidad de recibir visitas.
Las pérdidas
Uno ha sufrido, he perdido a mi familia. ¡Qué no hemos perdido en la cárcel!
, lamenta El Sayco.
Estos sujetos son unos sicópatas que muy difícilmente se pueden rehabilitar y por eso están aquí, una prisión de máxima seguridad de la que no saldrán
, dice García.
Los reclusos visten camisa y pantaloncillos blancos, y están mezclados miembros de la MS-13 y Barrio 18, enemigos a muerte; en sus cuerpos llevan tatuajes con intrincadas imágenes de mujeres, lápidas, calaveras o cruces.
Los reos salen de sus celdas únicamente cuando tienen audiencias judiciales, que se hacen en forma virtual en alguna de las seis salas dispuestas para ello en el penal, o para hacer ejercicio por media hora al día en un gran pasillo dentro de los pabellones.
La ducha es con agua que toman de una pila dentro de sus celdas, mientras que para beber la recogen de un gran barril de plástico.
Duermen en catres de acero inoxidable, sin colchón y se abrigan con una sábana blanca delgada. En sus comidas priman los frijoles o la pasta, nunca hay carne por orden del gobierno.
Todo fue en vano, lo que algún día hicimos y lastimosamente las condiciones en las cuales nos encontramos.... como pandilla jamás nos imaginábamos (esto), pero es la realidad
, concluye El Sayco.