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México, SA

Donald Trump: a garrotazo limpio // Megalomanía, amenazas, agresión // Dios es su secretario particular

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▲ En el primer día de su segundo periodo, el presidente Donald Trump firmó en la Oficina Oval de la Casa Blanca una orden ejecutiva relacionada con la plataforma digital TikTok.Foto Ap
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mpúdico y guerrerista, Donald Trump inaugura su segundo mandato no consecutivo agrediendo a todo el mundo, reivindicando las más nefastas tradiciones imperiales, pasándose el derecho internacional por el arco del triunfo, y en la salvaje creencia de que la forma más civilizada de relacionarse con la comunidad de naciones es a garrotazo limpio, sembrando miedo por doquier y amenazando a todo lo que se mueva, siempre en nombre de Dios y del Destino Manifiesto, claro está.

Modesto como es, el magnate asegura que con él en la Casa Blanca la era de oro de Estados Unidos comienza ahora, de tal suerte que su país reclamará su legítimo lugar como la nación más grande, poderosa y respetada de la Tierra, inspirando el asombro y la admiración del mundo entero; seremos la envidia de todas las naciones y no permitiremos que se aprovechen de nosotros nunca más (qué cara más dura); América pronto será más grande, más fuerte y mucho más excepcional que nunca; a partir de este momento (¡viva la megalomanía!), el declive de América ha terminado; el 20 de enero de 2025 es el día de la liberación.

El imperio, pues, así sea con fórceps. Ante la megalomanía de Trump, queda claro que Dios no es más que su secretario particular y el Gran Garrote (el famoso Big Stick) el bolígrafo con el que firma sus acciones ejecutivas para desnucar a la democracia, declarar la guerra comercial y aterrorizar a la comunidad de naciones.

De allí pasó al recuento de amenazas que, asegura, llevará a la práctica: aranceles e impuestos a los países extranjeros para enriquecer a nuestros ciudadanos; serán cantidades masivas de dinero que llegarán a nuestro tesoro procedentes de fuentes extranjeras; abierta declaración de guerra contra Panamá, en su afán de recuperar el canal istmeño ahora dominado por los chinos; vamos a tomarlo de nuevo; cambiar el nombre del Golfo de México por el de Golfo de América (al puro estilo de la Doctrina Monroe); emergencia nacional en la frontera con México, que sellaré para repeler la invasión desastrosa de nuestro país, para lo cual enviará tropas a fin de garantizar que devolveré a millones de extranjeros criminales a los lugares de los que vinieron; además, designaremos a los cárteles (de la droga) organizaciones de terroristas, etcétera, etcétera.

Por cierto, anunció algo que parece trivial, pero que en realidad tiene mucho de fondo ideológico por el personaje al que quiere reivindicar: Trump retomará el nombre original del actual Monte Denali (el más elevado de América del Norte), es decir, Monte McKinley, en honor del vigésimo quinto presidente estadunidense (1897-1901), William McKinley, a quien puede catalogarse como el zar de los aranceles, pues durante su mandato, en 1890, los elevó a 50 por ciento para proteger a la industria nacional de la competencia extranjera, una suerte de make America great again de finales del siglo XIX y principios del XX. Cuatro años después, los demócratas cancelaron esa ley, por el constante aumento de precios internos.

Además, este republicano (de ascendencia escocesa e irlandesa ( ergo, de inmigrantes) espoleó, hasta que lo logró, la guerra contra España (1898) para quedarse con Cuba, Puerto Rico, Guam y Filipinas. Por cierto, este mandatario fue asesinado y su sucesor fue otra joya de la política gringa: Theodore Roosevelt, el creador del Big Stick (aunque en los hechos éste operó desde la fundación de Estados Unidos), el robo de Panamá a Colombia y, casualmente, el Canal de Panamá –propiedad de los panameños–, que ahora Trump pretende recuperar. No es gratuito, pues, que rinda homenaje a ese par de ex presidentes y amenace por doquier.

Entonces, transcurridos 249 años y pico desde su declaración de Independencia (periodo en el que se documentan miles de agresiones, injerencias, expansionismo, golpes de Estado, guerras, masacres, robos en despoblado y mucho más), al gobierno estadunidense no le interesa ni quiere convivir con la comunidad de naciones si no es a garrotazos, algo que, desde luego, reivindica el delincuente impune Donald Trump, porque esos son los valores morales e históricos de Estados Unidos, por obra y gracia de Dios.

Las rebanadas del pastel

Con los atentos saludos de la presidenta Sheinbaum: México no tiene por qué agachar la cabeza; somos un país grandioso y los mexicanos un pueblo trabajador, honesto, fraterno y solidario; tenemos mucho que presumir ante el mundo entero; entonces, la relación con Estados Unidos tiene que ser entre iguales y siempre en defensa de los paisanos que allá viven. Así de sencillo, así de complicado.

X: @cafevega