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Familias heredan hábitos deficientes

Grave rezago en México en la cobertura de planes de alimentación escolar

La Unesco calcula que por cada dólar invertido en comida para estudiantes, se logra un retorno de nueve dólares en beneficios a largo plazo en salud y bienestar

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▲ Miembros de la asociación civil El Poder del Consumidor han realizado protestas para denunciar la cantidad de ultraprocesados que se venden en las escuelas.Foto Cuartoscuro
 
Periódico La Jornada
Lunes 6 de enero de 2025, p. 4

México se ubica entre los países más rezagados de América Latina y el Caribe en la cobertura de programas de alimentación escolar, pues en la región el promedio de atención oscila entre 30 y 40 por ciento de su matrícula, pero en nuestro país se atiende a poco más de 6 millones de escolares con desayunos y comidas, es decir, arriba de 18 por ciento, afirmó Liliana Bahena, coordinadora de la campaña Mi Escuela Saludable, de El Poder del Consumidor.

Garantizar un alimento nutritivo y balanceado a la población escolar no ha sido fácil, no sólo por la resistencia de la industria de productos ultraprocesados, sino también por los malos hábitos alimenticios que prevalecen en la mayoría de los hogares, y que en muchos casos se reflejan en la epidemia de obesidad y sobrepeso de niñas, niños y adolescentes, explicó.

Especialistas, profesores y padres de familia agregaron que pese a los programas de desayunos escolares y alimentación caliente en escuelas de tiempo completo, estamos lejos de un verdadero programa de alimentación escolar universal y gratuito, pese a que se trata de una de las políticas públicas de mayor retorno.

La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco) estima que por cada dólar invertido en alimentos para la población escolar, se alcanza un retorno de nueve dólares en beneficios a largo plazo en salud y bienestar.

Sobrepeso, obesidad y déficit de micronutrientes

La Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (Ensanut) Continua 2023 alerta que en México 34.2 por ciento de la población escolar de cinco a 11 años sufre sobrepeso y obesidad, mientras en los adolescentes de 12 a 19 años alcanza 38.1 por ciento.

A ello se suma una deficiencia de micronutrientes como vitamina B12 y D. En el caso de los niños de cinco a 11 años es de 22.9 y 30.3 por ciento, respectivamente, mientras 40 por ciento de los jóvenes reportan carencias de vitamina B12, y 43.8 por ciento, de vitamina D.

Francisco Bravo, director de la escuela primaria Leonardo Bravo, ubicada en la alcaldía Cuauhtémoc, de la Ciudad de México, en cuyo plantel se sirven alimentos calientes para 240 niños, y 100 más, del resto de su matrícula, llevan sus propios alimentos, expone: muchos padres de familia y alumnos saben que deben comer alimentos nutritivos, pero sí nos cuesta trabajo que lo hagan, porque los hábitos alimenticios de las familias, en general, no son los más sanos. Cuesta que aprendan a comer frutas, verduras y beber agua simple.

En la escuela, afirmó, hemos trabajado en dos esferas: inculcar a los niños la alimentación sana, pero también a los padres, porque sabemos que si no tienes un impacto en la familia, no logras la transformación que buscas.

Industria de ultraprocesados, barrera

En un recorrido realizado por La Jornada a diversos supermercados de la Ciudad de México, se constató que la mayoría de las familias que acuden con niños pequeños o adolescentes incluyen en su canasta básica productos con alto contenido calórico y bebidas azucaradas, que en su mayoría son solicitados por los propios niños y adolescentes, sobre todo dulces y botanas.

Al respecto, Liliana Bahena destacó que esto se debe en gran medida a una publicidad eficaz que bombardea continuamente a niños y adolescentes para promoverles el consumo de productos ultraprocesados.

Como parte de las estrategias, indicó, no sólo se recurre a la publicidad a través de Internet –poco regulada–, sino también a estrategias de venta como colocar golosinas, dulces y bebidas azucaradas justo a la altura de los niños, para que estos productos capten su atención.

Al respecto, la Ensanut Continua 2023 destaca que el consumo de alimentos no saludables en la población escolar es elevado. En el caso de los niños de cinco a 11 años, se reporta una ingesta de 86.1 por ciento para bebidas endulzadas, y 55.9 por ciento para botanas, dulces, postres y cereales azucarados.

En el caso de los adolescentes de 12 a 19 años, la ingesta de bebidas altas en calorías fue de 90.6 por ciento; y en el caso de botanas y dulces, es de 55.9 por ciento, mientras 39.1 por ciento consumen cereales azucaradas.

En contraste, el consumo de frutas y verduras es bajo. Para los alumnos de cinco a 11 años, es de 51.3 por ciento para frutas, y 28.4 por ciento para verduras. En los adolescentes sólo 38 por ciento consume fruta; 29.7 por ciento, verduras, y 16.7 por ciento leguminosas.

Otro factor de riesgo, alertan especialistas, es la baja actividad física entre niños y adolescentes. La Secretaría de Salud (Ssa), a través de la Ensanut Continua 2023, alertó que sólo 32.6 por ciento de los escolares de 10 a 14 años lograron acumular un promedio de 60 minutos de actividad física de intensidad moderada a vigorosa, al menos cuatro días por semana.

Al respecto, se detectó que 73.4 por ciento de los adolescentes pasa más de dos horas diarias frente a pantalla. En el caso de los jóvenes de 15 a 19 años, 49.9 por ciento cumplen con la recomendación de la Organización Mundial de la Salud de realizar 60 minutos diarios de actividad física.

Alimentación y comedores escolares

Gloria del Castillo, directora de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), destacó que la instalación de comedores escolares, que de acuerdo con datos de la Secretaría de Educación Pública (SEP), se crearon en el ciclo 2017-2018 en 13 mil 638 escuelas de todo el país, en beneficio de 1.6 millones de alumnos, sí ha generado un mayor bienestar para los alumnos, ya que les permite una mejor condición para poder estudiar.

Agregó que las investigaciones revelan que no es sólo darles de comer por comer a los niños, sino generar hábitos, dar una estructura a niñas, niños y adolescentes sobre cómo llevar una alimentación sana.

Consideró que es muy importante que los padres de familia también se involucren en estos procesos y que sean muy conscientes de los regímenes de alimentación más sanos, a fin de prevenir el sobrepeso y la obesidad. De ahí, consideró, la importancia de mantener los comedores escolares.

Sin embargo, padres de familia admiten la complejidad del proceso para garantizar alimentos sanos. En las reglas para operar el servicio de alimentación en el programa La Escuela es Nuestra, se sugiere que el costo por alimentos por alumno sea de 15 pesos y el apoyo mensual para el Coordinador Escolar del Servicio de Alimentación (CESA) sea de 3 mil 800 pesos al mes, lo que resulta totalmente insuficiente.

En muchas escuelas, el costo de cada comida caliente que se ofrece es de al menos 32 pesos, que incluye una sopa, un guisado y una fruta de postre.

Una encargada de un comedor escolar señaló que al principio se intentó que fueran las madres de familia las que se hicieran cargo del servicio de comedor, pero fue muy complicado, no siempre podían y había quejas sobre la cantidad y calidad de los alimentos. Por ese motivo, me contrataron, y ahora ofrecemos un menú variado respetando el plato del buen comer que proponemos cada semana, y es aprobado por el director.

Un estudio de 2022 del Programa Mundial de Alimentos y del Banco Interamericano de Desarrollo enfatiza que los programas de alimentación escolar desempeñan un papel fundamental a la hora de motivar a los niños y las niñas a ir a la escuela. Una vez en el aula, las comidas escolares garantizan que estén bien alimentados y preparados para aprender. La inversión de los estados, subraya, es clave para avanzar en la aplicación universal de estos programas, que en América Latina y el Caribe benefician a más de 80 millones de niñas, niños y adolescentes.