A cinco años de que se empezaron a prohibir las bolsas de plástico de un solo uso y a cuatro de la misma disposición para cubiertos, vasos y platos, los resultados han sido buenos, pero podrían ser mejores, pues si bien hay mayor control en los supermercados, no sucede lo mismo en pequeños negocios, tianguis y el comercio informal, afirmó la doctora Alethia Vázquez Morrilas, investigadora de la Universidad Autónoma Metropolitana campus Azcapotzalco.

En entrevista, la especialista en gestión de residuos y contaminación por plásticos indicó que en 2022 se hicieron estudios sobre los residuos en los centros de transferencia, donde se encontró que se usan desechables de distintos tipo de plástico.

Tenemos el retrato de hace dos años, no sabemos si hay más o menos porque no hubo análisis previos a la prohibición, pero eso nos habla de la necesidad de fortalecer la aplicación de la ley.

Consideró que hay desafíos por solventar, como la supervisión homogénea de la distribución de estos artículos en establecimientos, facultad que no recae en la Secretaría de Medio Ambiente, sino en las alcaldías.

Este tipo de acciones requieren de campañas de comunicación permanente, no es de una sola vez, hay que estar insistiendo y explicar a la población cuál es la razón de aplicarla y cómo ayuda a la ciudad y a todos.

Recordó que una alternativa es el plástico compostable, pero conlleva la necesidad de evaluarlos; admitió que no es rápido ni barato, lo que representa un problema, pues no hay forma de verificar lo que se da en el mercado, por lo que se requiere revisar la norma para hacerla más operativa.

La producción de artículos compostables no es una actividad que se regule a nivel local, sino federal, y en muchos casos, son importados, por lo que no se tienen datos y eso complica llevar las cuentas de cuál es el porcentaje de sustitución que en realidad han hecho las empresas.

Agregó que hay niveles de pruebas para corroborar que sean compostables, pero una sola tarda hasta seis meses y es muy costosa.