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Habitar la memoria rescata la obra de Jorge Acevedo, un fotógrafo libre

El libro editado por el INAH da cuenta de la trayectoria del documentalista y militante de izquierda extraparlamentario // Registró las protestas sociales de los años 70 y 80

Foto
▲ Las primeras movilizaciones de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación, en abril de 1980, de Jorge Acevedo. Imagen tomada del libro Historia gráfica: Memoria Fotográfica del Movimiento Popular de México 1970-1983.
 
Periódico La Jornada
Martes 24 de diciembre de 2024, p. 2

El libro Habitar la memoria rescata la trayectoria del documentalista, líder sindical y luchador social Jorge Acevedo Mendoza, quien fue además un fotógrafo libre que emergió en un periodo con mucho ímpetu para dejar un registro histórico, documentar esta realidad y generar conciencia, destacó Rebeca Monroy, coordinadora de la edición junto con Abraham Nahón.

Es una manera amplia y profunda de conocer su obra y su forma de ser militante visual. De alguna manera va narrando esta historia que se nos va entre las manos de repente, porque no hay mucha información hemerográfica; en su época gran parte de las revistas y periódicos eran aparatos estatales. Entonces, evoca esos momentos, y por eso es muy importante habitar esa memoria no hegemónica.

Desde que Jorge Acevedo (1949-2019) comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en 1972, hizo una doble jornada en la que realizaba su trabajo en el área de bienes culturales al tiempo que documentaba movimientos sociales que se gestaban en esa época y que se volvieron más álgidos después de 1968, recuerda Monroy. Las demandas fueron cada vez más continuas y visibles porque se hacían marchas y mítines, actividades a las que él dio cobertura en las décadas de 1970 y 1980.

En el día a día se veía el maltrato a los obreros, a los campesinos y a los estudiantes, que acababan de reprimir en 1968 y 1971. Había un enojo profundo que no negociaban; con frecuencia se les reprimía o incluso se les desaparecía. Las imágenes de Acevedo es lo que queda como sedimento, y había que evidenciarlo. Me parece muy importante la labor de rescatar este archivo, que todavía está en manos de sus hijos; nos gustaría seguir trabajando con este archivo. Esta publicación es una primera parte.

Por ejemplo, Jorge Acevedo dio cuenta de la marcha del primero de mayo de 1983, cuando el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación mandó golpear a los opositores de la disidencia magisterial. En ese entonces prosperó un circuito alternativo y crítico que nos daba espacios para narrar estas fotografías que no contaban la historial oficial. Hay todo un discurso fotográfico que va dando cuenta de los desmanes del aparato estatal.

Acevedo también fue un sindicalista que aportó de manera sustancial a un movimiento de izquierda muy fuerte e importante para lograr la independencia del gremio del INAH. Fue un factor fundamental para que el instituto transformara sus maneras de relación laboral.

El sismo de 1985 que afectó la Ciudad de México fue un acontecimiento al que dedicó especial atención, y del que dejó constancia con sus tomas. Poco tiempo después, Jorge Acevedo se fue a vivir a Oaxaca, donde continuó con su labor junto a movimientos sociales y comunidades locales.

Habitar la memoria no es un libro biográfico, sino que devela momentos y actividades sobresalientes, se aclara en el texto introductorio del volumen publicado por el INAH.

“Entre las páginas se aprecia la selección de impresiones de las fotografías de Jorge Acevedo que relatan un periodo de la historia reciente del país, con marchas de sindicalistas, la destrucción que dejó el temblor de 1985 y escenas cotidianas de la Ciudad de México, Oaxaca y otros sitios, como Cuba.

La fotografía no sólo es un medio, sino una fuente de información fundamental. Sobre todo para la historia del tiempo presente, que es tan discutida ahora. No para ilustrar, sino para exportar las imágenes como fuentes directas y hacer un análisis, pero contextualizado. El libro es un poco eso, expone Monroy, investigadora en la Dirección de Estudios Históricos de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH).

A la par de las fotografías, se incluyen textos de personas que conocieron y trabajaron con Acevedo. Los testimonios se entreveran y retratan distintos aspectos, así que en conjunto construyen un caleidoscopio que ofrece una visión panorámica en el tiempo, hasta su muerte, en 2019 en Oaxaca.

El periodista Luis Hernández Navarro, jefe de Opinión de La Jornada, aborda a ese Jorge Acevedo que en el camino se fue transformando en luchador social. Antonio Saborit, director del Museo Nacional de Antropología, rememora cuando se conocieron muy jóvenes, siendo estudiantes en el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos, donde hicieron películas juntos para rescatar a Tina Modotti. Este texto nos introduce a ese mundo del cine, postrado desde una visión más de izquierda alternativa e independiente. También cuando colaboró en el suplemento de Carlos Monsiváis, La Cultura en México, donde había una respuesta editorial para presentar estas imágenes.

Sigue la narración que hacen Rosa Estela Reyes con Tere Márquez, compañeras de camino en el sindicato que muestran quién es Jorge Acevedo ya no sólo como fotógrafo, sino como parte de la lucha cotidiana, preocupado por las necesidades de los centros de trabajo e incluso apoyando al movimiento en Teotihuacan, muy fuerte, contra los dirigentes charros, donde incluso hubo golpes y balaceras.

Por su parte, Rebeca Monroy, quien es investigadora especialista en la historia de la fotografía, trabaja su ensayo desde el oficio visual: “de alguna manera me tocó codo a codo. Aprendí foto con él, el cuarto oscuro. Aprendí a correr en las marchas y a esconderme de los charros. Sobre todo aprendí cómo miraba, que si no tenía un patrón editorial, podía ser mucho más libre”.

Monroy describe esta obra como un libro muy deseado, que llevó varios años, para el que se revisaron 52 mil negativos, con el fin de observar cómo fue evolucionando la mirada de Acevedo desde que estaba en la Ciudad de México, y cuando con el terremoto de 1985 se fue a Oaxaca, donde mostró otra mirada hacia las comunidades y los artesanos. Este es el periodo que analiza Abraham Nahón, investigador en la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca (UABJO).

Monroy reconoció el gran apoyo de los hijos de Jorge Acevedo, quienes les permitieron revisar la colección de negativos de su padre, cuidados como un tesoro documental, del que también se hizo una ardua labor de digitalización, que llevó al papel unas 200 imágenes que se pueden apreciar en Habitar la memoria.