Los gritos en el estadio BBVA parten desde muy cerca de los jugadores, rebotan en la tribuna de enfrente y parecen volver aún con más decibeles. Desde hace años que Monterrey intenta ganar ahí un título de Liga. De las tres finales que jugó en el gigante elegido por FIFA para ser una de las sedes del Mundial de 2026, el equipo regiomontano perdió dos –con Pachuca (2016) y Tigres (2017)– y ganó la ida contra el América en la definición de 2019, cuando se coronó por última vez en el Azteca. Todas las ilusiones de la afición rayada en este torneo chocan con el mismo problema: ninguno quiere salir de casa, pero hace falta derribar ese embrujo.

Las Águilas ganaron el primer episodio en Puebla (2-1) y llegan con la posibilidad de convertirse en el primer plantel en ganar tres cetros consecutivos bajo el formato de fase regular y liguilla. Según el sitio especializado Transfermarkt, los dos finalistas y ahora rivales tienen las nóminas más altas del futbol mexicano, la de Rayados calcu-lada en 86.1 millones de dólares y la del actual bicampeón en 101.2 millones. Aunque tuvieron rendimientos similares en las pasadas 17 fechas, la mejor posición ya no funciona como criterio de desempate, tampoco los goles de visita. Es la gloria o el fracaso a través del marcador global.

En caso de que haya empate al término de los 180 minutos se jugará tiempo extra y, si persistiera la igualdad, el título quedará definido en la tanda de penales. Las autoridades en el estadio BBVA informaron ayer que la venta de boletos al público general terminó en menos de 15 minutos al agotarse las 53 mil 500 localidades. Monterrey tiene que ser inteligente. El América tiene la ventaja de jugar finales seguidas y ganarlas, pero muchas veces las individualidades hacen la diferencia. Hicieron 12 goles en las series ante Pumas (6-3 global) y San Luis (6-3), es una final muy pareja, analiza el ex futbolista de La Pandilla, Ricardo Osorio.

Tras la conquista del Apertura 2023 y Clausura 2024, las Águilas –hoy con 15 títulos– tuvieron un rendimiento irregular en el torneo. Llegaron a caer al decimotercer lugar en la cuarta fecha al acumular lesiones y derrotas consecutivas. Ahora, después de avanzar desde el play-in y sumar controvertidos desenlaces a su historia con los árbitros, pueden convertirse en el primer equipo en ganar tres coronas al hilo desde que los torneos cortos iniciaron su disputa en 1996.

La sombra del arbitraje

Lo que queda para el técnico brasileño André Jardine es alzar un campeonato fuera del Azteca, algo que el club consiguió por última vez en la temporada 1984-1985, cuando derrotó a los Pumas en Querétaro en una final que se decidió en tres juegos debido al empate global. Aquel encuentro estuvo marcado por la actuación del silbante Joaquín Urrea, quien al paso del tiempo terminó por convertirse en el gran villano de la afición universitaria.

Marcó un penal a favor de las Águilas y más tarde determinó cambiar el criterio en una acción similar que reclamaron los auriazules. Nunca pudo quitarse la etiqueta de que fue comprado por los de Coapa. Si un árbitro se deja comprar, lo hace para toda la vida, declaró Urrea en mayo de 2015, señalado como el protagonista de una rivalidad que nació hace 39 años en el estadio Corregidora. Como ese episodio, hubo otros más en esta liguilla, como la semifinal de vuelta ante Cruz Azul en el Ciudad de los Deportes.

La Máquina acusó al silbante Adonai Escobedo de una acción deliberada en su eliminación, luego de que no señaló un penal a su favor de la misma manera en que lo hizo en contra. La Comisión de Árbitros difundió audios y videos de la falta sancionada por Escobedo, en una acción en la que el argentino Carlos Rotondi carga por la espalda a Erick Sánchez, pero no ofreció detalles de una jugada parecida de Néstor Araujo sobre el delantero Gabriel Toro Fernández. En la final de hace seis meses, dirigida por Marco Antonio Ortiz en el Azteca, la historia fue casi la misma.

Durante el torneo hablaron muchas porquerías de nosotros, pero aguantamos calladitos porque sabíamos que éramos capaces de alcanzar la versión del América bicampeón, respondió Jardine, quien en las tres campañas que lleva con las Águilas siempre llegó a la definición por el título. Si llega a ser tricampeón, este América quedará en la historia. Nunca antes un equipo ha logrado una hazaña como esa, destaca el ex futbolista chileno Carlos Reinoso, multicampeón y principal referente del club en los años 70.

De Fernando Ortiz a Martín Demichelis

El camino del Monterrey, entretanto, inició de forma abrupta con el cese del entrenador argentino Fernando Ortiz, eliminado en la Leagues Cup –torneo que disputan los equipos mexicanos y los de la MLS–, cuando apenas se habían jugado cuatro fechas y los Rayados peleaban en la parte alta de la Liga. Avalado por un paso exitoso en River Plate, Martín Demichelis asumió el cargo y, aunque hubo destellos en la fase regular, su gestión fue criticada porque mostraban un nivel por debajo del potencial de su plantilla.

En la fase final, el cuadro regio, con destacadas actuaciones de los españoles Sergio Canales y Oliver Torres, ganó los partidos de vuelta. En cuartos de final superaron a los Pumas –de visita– y en semifinales vencieron al Atlético de San Luis. El sistema es agresivo y te invita a salir hacia adelante, explicó Demichelis tras lograr el pase a la final. Queremos agresividad para defender bien, para ser un equipo que es compacto y que sabe intimidar en el futbol.

Las palabras del argentino motivaron desde el jueves la organización de una caravana de seguidores rayados, con la cual cientos saldrán el domingo desde el puente peatonal que conecta la explanada norte del estadio BBVA con el estacionamiento, para acompañar el último trayecto del autobús del equipo entre fuegos artificiales, banderas y cánticos. Agresivos, como dijo el profe. Vamos por la sexta corona. Quien no crea, que no venga, recalca la convocatoria.