Cambian de estrategia tras el asesinato de Samir Flores
en resistencia desde la cultura para no perder más vidas
Con murales, el frente de defensa de la tierra mantiene su rechazo a proyecto en Morelos
Domingo 8 de diciembre de 2024, p. 9
Amilcingo, Mor., A casi seis años del asesinato de Samir Flores Soberanes, quien defendió a su comunidad del Plan Integral Morelos (proyecto energético que construyó una termoeléctrica, un gasoducto y un acueducto en la zona de Huexca), el Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra y el Agua de Morelos redujo la intensidad sus acciones de protesta por temor. Ahora, a través del arte exigen justicia, una resistencia desde la cultura para no perder más vidas
.
En la comunidad de Amilcingo, del municipio de Temoac, regido por usos y costumbres, donde viven poco más de 3 mil habitantes, casi todos se conocen y saludan cada vez que se encuentran por las calles. Los adultos mayores toman el sol sentados frente a sus casas, muchos niños y jóvenes se mueven en bicicleta, y el aroma a pan recién hecho en hornos de adobe –especialidad del pueblo– predomina a primera hora de la mañana y al atardecer, pues el pan sólo se come calentito
.
Es una población en resistencia desde la Revolución Mexicana, de lucha para la creación de la normal rural Emiliano Zapata en 1974 y de defensa de sus lugares ancestrales: un sendero de ahuehuetes de más de 150 años y una barranca que lleva a un ojo de agua, ambos conectados por un río cuya brisa aligera el fuerte calor.
Colectivo Tlalmino
Desde la muerte de Flores Soberanes, la comunidad de Amilcingo ha buscado otras maneras de exigir justicia. En colaboración con el colectivo Tlalmino, conformado por diseñadores gráficos, arquitectos y dibujantes del estado de México –que hacen murales para evidenciar problemas sociales y rescatar la identidad de los pueblos–, se elaboraron 19 obras que muestran la lucha de Samir Flores y la esencia de la comunidad, proyecto denominado Caravana Solidaria Muralista en Contra del Olvido.
En un recorrido realizado por La Jornada en diferentes calles, pues los murales están distribuidos en las bardas de algunas casas de simpatizantes de la resistencia, se aprecia la identidad en los oficios de los pobladores, desde la elaboración del delicioso pan y obleas, hasta los mensajes de denuncia y la lucha en defensa del territorio.
Sobre las banquetas, artistas de diversas partes de México, pero también de Colombia y Chile preparan la pintura para crear tonos más realistas de los tipos de maíz, la piel de los pobladores y diferentes elementos de la naturaleza que utilizarán en las obras pictóricas. El colectivo Tlalmino reunió a varios muralistas con quienes han colaborado en otras jornadas culturales: se trata de hacer una red con los artistas, principalmente con sus representantes para que sepan cómo llevar a cabo un proyecto autogestivo, estén conscientes del trabajo que hay detrás y puedan replicarlo en otras comunidades
, explicó Kevin Reyes. Expuso que muchas veces no se habla del costo de los murales, que ronda seis mil pesos cada uno, por lo cual tienen que realizar trabajos independientes para sustentar estos proyectos
.
Durante una semana, del 29 de noviembre al 7 de diciembre de este año, en el pueblo hubo más movimiento de lo habitual, desde las 6 de la mañana los muralistas comenzaban su labor para avanzar lo más posible antes de que el sol los limitara
. Alrededor de las 3 de la tarde regresaban a la casa del maestro Jorge Velázquez, quien buscó a Tlalmino, para comer y compartir las experiencias con los pobladores, pues muchos artistas no habían convivido con movimientos sociales, también están aprendiendo de estos temas
, señaló el artista Juan Carlos Hernández.
Por la tarde continuaban pintando. Las personas de las casas o que iban pasando les ofrecían agua, comida y dulces. Otros platicaban con ellos, pues no sólo se trata de pintar, es hacer comunidad, aprender de ellos para reflejar la identidad, siempre respetando sus tradiciones
, mencionó Aurora Servín, integrante del colectivo.
Símbolo de lucha
Uno de los murales tiene el rostro de Samir, en la escuela primaria que lleva su nombre. La sonrisa predomina en su cara, pues él no era serio como siempre lo muestran, en su vida diaria era muy alegre
; también hay una mazorca de maíz morado –símbolo de lucha de la soberanía alimentaria para la comunidad– a la altura del corazón de un cuerpo sin rostro, pues éste puede ser cualquiera que se sienta identificado
, dijo Juan Carlos.
Otros muestran el pan tradicional con forma de borrego que se come en lugar del pastel de cumpleaños. Otra pared muestra a docentes dando clase, a mujeres zapatistas y sembradíos de maíz y amaranto. Uno de los murales está en la casa del profesor Velázquez, se ven los ahuehuetes en primer plano y la termoeléctrica en segundo, con unas calaveras que se acercan a los troncos, pues representa la muerte de la naturaleza que implica este megaproyecto
.
En tanto, el profesor Velázquez indicó que la lucha de Samir fue por la defensa de territorio y de sus lugares ancestrales
; la termoeléctrica, junto con el gasoducto y acueducto, edificaciones ya construidas, pero que no están en funcionamiento, serían el corazón de un monstruo, de todo lo que traería la industrialización, por ejemplo, el drenaje que terminaría en el río de los ahuehuetes
. Comprende el temor de la población después del asesinato de Samir, pero mencionó que el movimiento está resurgiendo, pues los compañeros no siguen a una persona, sino defienden a su comunidad
.