En el tema de la alimentación, el panorama es crítico y el reto enorme, en especial porque el modelo de producción vigente no es sostenible, afirmó Julieta Ojeda Gómez, encargada del despacho del Programa Universitario de Alimentación Sostenible de la UNAM.

En el marco del Día Mundial de la Alimentación, que se celebra el 16 de octubre, alertó que las cifras referentes al hambre y la desnutrición son preocupantes, pues la ONU advirtió que en 2022 cerca de 735 millones de personas (9.2 por ciento de la población mundial) se encontraban en estado de hambre crónica y 2 mil millones de personas en el orbe carecen de acceso habitual a comestibles seguros, nutritivos y suficientes.

En tanto, las cifras más recientes del organismo internacional alertan que 148 millones de niños sufrieron retraso en el crecimiento y 45 millones de menores de cinco años presentaron insuficiencia de peso respecto a la talla.

La especialista de la Universidad Nacional enfatizó que el hambre y la malnutrición son factores que hacen a las personas más propensas a enfermedades, las cuales pueden interferir en sus trabajos y en sus percepciones laborales.

Respecto a los problemas que se enfrentan para la producción de alimentos, Ojeda Gómez comentó que destacan los factores ambientales, especialmente el cambio climático, pues incrementa los fenómenos meteorológicos extremos como las sequías y las inundaciones, las cuales dañan cultivos y cosechas, lo que a su vez encarece los productos.

A ello se suma la disponibilidad o escasez de agua, así como la erosión de los suelos, lo cual perjudica la calidad de las propiedades de los productos y comestibles que se consumen en el mundo.

Uno más es la inseguridad, expresada en violencia y cobro de piso, lo cual generan alza en su costo y provocan cierre de establecimientos como pollerías, tortillerías, carnicerías y otros establecimientos de alimentos.

Otro elemento es el geopolítico, pues los conflictos bélicos, como la invasión de Rusia en Ucrania o la situación en Medio Oriente provocan crisis en cuanto al sustento para las personas en las zonas de conflicto, como la franja de Gaza (donde hay bloqueos para la ayuda humanitaria) y para el resto del mundo, por la escasez de insumos como el trigo.