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La invasión española es una herida abierta, dice el escritor Enrique Ortiz

Conocido en redes sociales como Tlatoani Cuauhtémoc, acaba de publicar el libro La Conquista para gente con prisa, con el sello Planeta

 
Periódico La Jornada
Jueves 3 de octubre de 2024, p. 4

Más de 500 años después, la Conquista de México es todavía una herida abierta, según el escritor Enrique Ortiz, quien atribuye tal situación a las élites políticas, principalmente de los regímenes posrevolucionarios, que han ideologizado la historia y la han presentado con una visión maniquea, de buenos y malos.

Muchos políticos han ideologizado la historia; hacen política por medio de ella o la sesgan a través de sus ideologías. Ese es el cáncer que traemos arrastrando los mexicanos y el odio hacia nuestras raíces tanto indígenas como hispanas y africanas. Adoran a los indígenas muertos, pero a los vivos los menosprecian, afirma.

Conocido en redes sociales por su sobrenombre de Tlatoani Cuauhtémoc y la labor de divulgación que hace por medio de la historia nacional, abarcando desde la época prehispánica hasta ya entrado el siglo XX, el autor acaba de publicar el libro La Conquista para gente con prisa, con el sello Planeta.

En esa obra comparte su visión sobre ese complejo episodio histórico, ahonda en los sucesos claves y sus principales personajes, además de develar episodios ocultos o poco conocidos y desmentir algunos de los mitos más arraigados.

Es una crónica objetiva en la que no me inclino ni hacia el bando indígena ni hacia el hispano, porque cada vez hay más divulgadores o escritores que toman partido, lo cual me parece deplorable, sostiene Ortiz en entrevista.

“Y me lo parece porque la historia no es de partidos ni de héroes y villanos; no existe una historia maniquea. Tenochtitlan y el mundo mesoamericano no fueron el edén que nos han querido pintar donde no había sífilis, esclavitud ni masacres de pueblos enteros.

Pero tampoco los conquistadores fueron almas caritativas. Hernán Cortés no llegó con la idea de ser el padre del mestizaje, ni siquiera existía esa concepción. Vinieron porque no tenían nada que perder en España; o sea, estaban en una situación de aprietos económicos y decidieron arriesgar todo para hacerse de gloria para la posteridad, de tierras e indios para explotarlos, y finalmente de riquezas, de la plata y el oro.

A pesar de ser un recuento histórico muy sintetizado que se en-globa en 246 páginas, el historiador apostó por una narración llena de colores y emociones, así como por enfatizar detalles o pasajes que a su parecer han quedado de lado de esa gesta. Para ello, dice, abrevó en fuentes primarias del siglo XVI y libros y escritos realizados a lo largo del tiempo, así como en los más recientes hallazgos e investigaciones históricos, arqueológicos y antropológicos.

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▲ El autor asegura que muchos políticos han ideologizado y manipulado la historia, y ahora es un cáncer que arrastramos los mexicanos, así como el odio hacia nuestras raíces tanto indígenas como hispanas y africanas.Foto Luis Castillo

De tal forma, en esta crónica se da cuenta de la participación de conquistadores negros o de color, como Juan Garrido, del que se sabe que fundó la Ermita de los Mártires por todos sus compañeros que murieron en la llamada Noche Triste, en lo que hoy es la avenida Hidalgo, cerca de la actual iglesia de San Hipólito y Casiano. Otro de esos personajes, comenta, fue el esclavo africano Francisco de Eguía, que llegó con Pánfilo de Narváez y a quien se le achaca haber sido el caso cero de la viruela que asoló estas tierras.

El divulgador consigna asimismo recientes hallazgos del arqueólogo Enrique Martínez Vargas, que documentan que en Sultepec Tocoaque, en el occidente del actual estado de Tlaxcala, gran cantidad de mulatos y africanos que acompañaban a una columna de españoles fue, junto con ellos, emboscada, hecha prisionera, sacrificada y consumida por los naturales de ese lugar en junio de 1520.

“De repente, estos datos a los que me aboco y quiero resaltar no están presentes en otras crónicas, como ocurre con la participación de la mujer en la Conquista. Está el caso, por ejemplo, de María Estrada, a la que apodaban La Vieja porque tenía entre 30 y 40 años cuando se unió al ejército de Cortés. Llegó a estas tierras acompañando a su esposo, un conquistador de apellido Farfán; una mujer sumamente valiente y aguerrida”, apunta.

Según Ortiz, los mexicanos aún cargamos con la herida abierta de la Conquista, infligida, sobre todo, por las élites políticas, que mantienen una visión maniquea de la historia.

Nuestros gobernantes, subraya, en gran medida repudiaron lo hispano porque para ellos era un tema de naciones, con el argumento de que España invadió México, cuando ni uno ni otro país existía hace 500 años, o de que los tlaxcaltecas fueron traidores. ¿Por qué lo serían, si ellos estaban en guerra con los mexicas debido a que los masacraban y querían someterlos y por qué la Malinche o doña Marina debía ser fiel a los mexicas, cuando ni era uno de ellos ni les rindió pleitesía? Lo que ella buscó fue la forma de sobrevivir al cataclismo del mundo en que nació.