Editorial
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Chalco: misma crisis, nueva fase
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espués de 23 días, la anegación de aguas negras comenzó a ceder en las colonias Jacalones y Culturas de México del municipio de Chalco, por lo que personal del Ejército inició el programa de limpieza y desinfección de calles, casas, comercios y otros inmuebles que por fin se encuentran libres de líquido. De acuerdo con la Comisión del Agua del estado de México, durante la tarde de ayer ya sólo faltaba liberar uno de los tres tapones de basura que obstruían el colector Solidaridad, principal red de desagüe de aguas residuales de la región.

Sin duda constituye un motivo de alivio para los residentes volver a pisar en firme después de más de tres semanas en que sus vidas se vieron interrumpidas y su salud amenazada por la inundación que este año fue de mucha mayor gravedad de lo que es lamentablemente cotidiano en ésta y otras demarcaciones del oriente mexiquense.

Sin embargo, está claro que el fin del anegamiento no marca un regreso a la normalidad, sino una nueva y quizá incluso más desafiante fase de la crisis: de manera urgente, deben reforzarse las medidas de higiene, salubridad y atención médica a fin de controlar la propagación de enfermedades dermatológicas, gastrointestinales, respiratorias y de otro tipo que surgen debido al contacto con agentes contaminantes. Además, será imperativo brindar asistencia económica a los centenares de familias que durante la inundación perdieron todo el menaje de sus hogares, así como ropa y otros objetos personales, incluidas, en muchos casos, las herramientas y materiales con que se ganaban la vida.

Con todo, es evidente que la tarea más importante reside en adoptar todas las medidas necesarias para evitar de manera definitiva la repetición de la catástrofe. Ello pasa por acelerar las obras del nuevo colector, el cual ha de contar con especificaciones técnicas adecuadas para manejar el volumen de líquido que todos los días atraviesa el valle de Chalco.

Si, como afirmó la gobernadora Delfina Gómez, la principal causa del anegamiento fue la incorrecta manipulación de residuos sólidos (los cuales generaron un taponamiento de 110 metros con 500 toneladas de basura), entonces será necesario tanto mejorar los servicios de recolección y disposición de desechos como concientizar a la población acerca del riesgo de arrojar la basura a la vía pública o a los cursos de agua.

Por último, es importante considerar que las dos colonias afectadas y muchas otras del oriente de la zona metropolitana del valle de México se encuentran asentadas en terrenos bajos que originalmente constituían cuencas lacustres, por lo que están expuestas de modo permanente al riesgo de desbordamientos. Las autoridades no pueden dejar a los ciudadanos a su suerte, sino que deben implementar programas urbanísticos integrales tanto para la mitigación de las amenazas como para ofrecer opciones de vivienda asequible en áreas idóneas.

En las fases venideras, las autoridades locales están obligadas a dejar atrás sus actitudes omisas y su indiferencia ante el sufrimiento de los damnificados. Funcionarios y gobernantes deben sensibilizarse ante las pérdidas de ciudadanos que ya se encuentran entre los más marginados de la metrópolis y con quienes existe una incuestionable deuda de justicia social.