Las redes sociales generan ganancias a partir de la atención de las personas. Su negocio no es discernir qué es un hecho y qué es falso, sino cuánto tiempo puedes pasar viendo videos en YouTube o en TikTok, precisó Geysa González, experta en redes sociales, quien ofreció la conferencia ¿La desinformación demanda una alfabetización mediática?

Desde la sala 1, ubicada en la planta baja de la Torre de Rectoría de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), resaltó que para tener la atención de las personas recurren a contenidos estridentes, o una presentación estruendosa para atrapar visitas.

Destacó el papel del algoritmo que usa las preferencias de los usuarios para empujar información afín, sesgando datos diversos a los que tienen derecho y a las que están obligados a exponerse si desean ser ciudadanos que quieran tener opiniones fundadas.

Geysa González consideró que en la última década se han multiplicado los actores malignos que tratan de impulsar narrativas falsas a través de las plataformas sociodigitales con diferentes fines.

Hay una manipulación de información para tratar de borrar la línea entre qué es realidad y qué es ficción. Es un cáncer, que más allá de quién la esté usando, afecta cómo nos comunicamos, cómo discutimos temas importantes, y sobre todo, nos divide como sociedad.

La experta, quien ha dado seguimiento a las noticias falsas en Internet desde 2014, planteó que son muy efectivas porque se infiltran en rubros decisivos de la sociedad: política, creencias, y en cómo vemos el mundo.

“En estos temas, la pasión es inevitable. Si alguien cuestiona lo que dices, la primera reacción no es decir ‘claro, tienes razón’, sino ‘tú estás equivocado’, y así es el debate. Por eso es fundamental contar con una base común de hechos para poder ejercer la democracia de manera efectiva.”

Como la nicotina

Geysa González comparó las mentiras con la nicotina, al considerar que del mismo modo que la gente decide fumar a pesar de que las cajas de cigarrillos tienen advertencias, cuando los contenidos en Internet tienen una etiqueta en que advierten que podría ser falso, la gente hace clic mucho más.

Sobre las campañas de desinformación, señaló, no son inmediatas, sino estrategias de largo plazo, como una gota de agua contra una piedra, necesitas una gota, otra gota, otra gota, no es la gota en singular, sino varias gotas en el mismo sitio las que rompen la piedra.

El indivuduo, la clave

En un contexto de noticias falsas, consideró que la democracia es la que falla y pierde en esta competencia global de quién dice la verdad y quién es el falso. Los que creemos en esta forma de gobierno pensamos que todos piensan que este sistema es el mejor, pero esa narrativa no es la que creen las madres solteras o un joven LGBT. Ellos no fallan cuando creen en información que no es verdadera, les fallamos nosotros porque no les contamos por qué este sistema es el mejor para ellos.

Para González el camino no es coartar la libertad de expresión ni establecer restricciones a las plataformas digitales; insistió en que la manera más eficaz de contrarrestar las mentiras es el individuo, las personas tienen que verificar información, buscar la verdad, cuál es el hecho, los ciudadanos tienen la responsabilidad y el poder de la verdad.

Agregó que la mejor auditoría es la que realiza la sociedad, que ve cómo funciona un medio de comunicación, una red sociodigital o un sistema de inteligencia artificial, y decide si lo sigue utilizando o no.